domingo, 8 de diciembre de 2013

Capítulo 7: La visita + Outtake POV Charlie - Returning to Trust

Bella POV.
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Estaba en el umbral de la sala totalmente petrificada. Mi mirada estaba clavada en mis progenitores. En los brazos de mi padre envolviendo a mi madre que se apoyaba en el pecho de él con los ojos llenos de lágrimas mirándome, esperando mi reacción.
¿Qué quería ella aquí? ¿Qué hacía con Charlie? ¿Cómo se dignaba a aparecer después de todo?
La amaba, sí. ¿Qué clase de persona no ama a su madre a pesar de todo? Siempre habíamos tenido una excelente relación, sabía que podía confiar y contar con ella. Si tenía algún problema no dudaba ni un segundo en decírselo y pedir su ayuda. Pero luego, todo cambió… cuando más la necesité, no estuvo. El sueño de toda mujer es planificar la boda perfecta junto con su madre y yo lo hice… pero con Esme. Ese día la esperé, obviamente en vano. Ni se preocupó en conocer a su nieta. Todo por él. Al parecer estaba destinada a vivir entre engaños.

#Flashback#
Íbamos en el Volvo de Edward camino al hogar de mis padres. Estaba totalmente nerviosa, era la primera vez que iba con un chico a casa que no fuera Jacob, mucho menos como mi novio. No habían tenido la oportunidad de conocerse en la graduación, ya que él se retiró antes. Mordía mi labio cada segundo, mis manos retorcían el borde de mi buzo y mi pierna izquierda no dejaba de rebotar. La morada se encontraba al otro lado de la ciudad desde donde se encontraba mi departamento.
Todo va a estar bien, Bella —murmuró apoyando su palma en mi muslo para detener mis movimientos. Me preguntaba cómo podría estar tan tranquilo en un momento así. Incluso yo, que ya conocía anteriormente a Carlisle y Esme, estuve al borde de un colapso la noche que me presentó como su novia—. Tranquila, confía en mí.
No conoces a mi padre. —Intenté hacerlo poner nervioso.
No… aún —contestó sin quitar la mirada del camino. Misión fallida.
¿Te he dicho que es policía… y sabe cómo disparar?Ah y… desde que tengo dieciséis años que ya no descarga el arma al llegar a casa, hasta a veces se olvida de sacársela de encima… —Para mi decepción ni siquiera se inmutó.
Sí, creo que lo mencionaste. No vas a asustarme, pequeña. Y en caso de que decida practicar tiro al blanco conmigo, y de no ser de su agrado, por ti voy a arriesgarme —respondió mirándome y sonriendo como solo él sabía hacerlo. Le devolví la sonrisa.
Podría parecer demasiado pronto, pero lo amaba. Los sentimientos que había despertado en mí, llegaban a abrumarme muchas veces. No recordaba haber sido tan feliz como en este último mes desde que lo conocí. Permanecí observándolo como la loca enamorada que era, con una estúpida sonrisa en mi rostro.
¿Qué? —preguntó conteniendo una sonrisa al ver mi forma de mirarlo.
Nada… —"Te amo" agregué mentalmente. Esta no era la forma ni el lugar para decírselo. Y para ser sincera, no tenía la certeza de si a él le pasaba lo mismo. Sí, me había dicho más de una vez que era muy especial para él y me quería, pero veintidós años de inseguridades no desaparecen de la noche a la mañana. También estaba esa forma de mirarme como si fuera lo más hermoso que hubiese visto alguna vez, como si estuviera dispuesto a hacer cualquier cosa por mí, pero… necesitaba escucharlo salir de su boca.
Claro, como digas Bells —dijo rodando los ojos.
Cuando menos me di cuenta, Edward estaba aparcando frente a mi antiguo hogar. Los nervios que había logrado disipar por unos minutos, volvieron potenciados.
¿Estás lista? —inquirió apagando el motor. No respondí. Estaba seriamente pensando en decirle que nos marcháramos y regresáramos otro día.
Hey… —susurró tomando mi rostro entre sus manos—. Todo va a estar bien, estamos juntos en esto. —Asentí. Dejó un suave y corto beso en mis labios y se alejó. Bajó del vehículo y, como el caballero que era, abrió mi puerta.
Nos dirigimos de la mano hacia el porche. Él dibujaba círculos con su pulgar en mi palma en un intento de tranquilizarme, debía admitir que de algo servía. Tomé la llave de mi bolso, pero no hizo falta utilizarla. Una muy entusiasmada Renée salió a nuestro encuentro.
¡Bella! —chilló abrazándome.
Solo había pasado una semana desde que almorzamos juntas. Aquel almuerzo había sido realmente raro. Parecía como si ella quisiese decirme algo, pero luego retrocedía. Eso me tenía preocupada. Llamé a mi padre aquella noche intentando sacarle información discretamente, pero él no notaba nada extraño en ella.
¡Oh, qué descortés soy! —continuó separándose de mí—. Tú debes ser Edward. Bella no exageró cuando dijo que eras hermoso. —Vi las orejas de Edward ponerse coloradas como seguramente estaba mi rostro.
Mamá… —advertí. Él rió.
Un gusto, señora. Soy Edward Cullen, el novio de Bella —dijo tendiéndole su mano.
Por favor, dime Renée. —Tiró de su brazo para abrazarlo y él le correspondió ligeramente incómodo—. Vamos, Charles está esperando en la sala, se encuentra ansioso por conocerte.
Él palideció. ¿A dónde había ido el Edward valiente de hace unos minutos? Solté unas risillas disfrutando de su momento de incomodidad. Nuestras manos volvieron a unirse e ingresamos.
Papá se hallaba en su lugar habitual del sofá refunfuñando mientras leía la parte de policiales del periódico.
Charlie, mira quién está aquí —chilló nuevamente. Debería recordarle a mi padre que dejara fuera del alcance de mamá el café y cualquier cosa que contenga azúcar…
Él levantó la vista hacia nosotros y dejó el diario a un lado. Se levantó con el ceño fruncido y se encaminó en nuestra dirección. El agarre de Edward se hizo más fuerte por cada paso que Charlie avanzaba. Mis nervios se disiparon adivinando las intenciones de mi progenitor. Solo quería darle un buen susto a quién le estaba robando su pequeña. Cuando se detuvo en frente nuestro, se paró con los brazos en su cintura haciendo que la chaqueta que llevaba puesta se corriera y dejara ver su arma. Eché un vistazo al señor "no tengo miedo" que se encontraba totalmente pálido y petrificado. Pude ver su nuez de adán moverse al tragar con dificultad. Aguantando la carcajada que luchaba por salir, le propiné un ligero codazo en sus costillas y murmuré entre dientes.
Preséntate, Edward. —Me miró como si me hubiese salido un tercer ojo en medio de mi frente que podría traducirse como "¿Acaso no ves que lleva un arma?" Una pequeña sonrisa de triunfo se formó en mi rostro. Charlie nos observaba también con diversión.
Se aclaró la garganta, varias veces, antes de conseguir hablar con esa voz suya tan autoritaria, pero amable y educada a la vez.
Señor Swan, quiero presentarme oficialmente. —Inició—. Soy Edward Cullen, el novio de Bella.
Charlie apretó su mano que estaba extendida, con excesiva fuerza y el ceño fruncido. Edward palideció aún más de ser posible.
Charlie Swan, muchacho… —Soltó su agarre y se dirigió a mí. Mi valiente novio, (nótese el sarcasmo) soltó un apenas perceptible suspiro de alivio—. ¡Bella, hija! ¡Qué bueno es verte!
Lo mismo digo, papá. —Compartimos una mirada llena de complicidad, él se había percatado que yo sabía lo que estaba haciendo. Incluso Jacob, al que ya conocía desde pequeño, le hizo pasar por eso. Se podría decir que conocía el procedimiento. No sabía cuánto podría durar sin estallar a carcajadas.
No se queden ahí parados. Tomen asiento. —Guié a Edward hacia el sofá doble que se encontraba de frente a donde estaba mi padre, seguía algo tenso... ¿En verdad creía que iba a dispararle?
Papá tomó nuevamente el periódico y una lata de su cerveza preferida que estaba en la pequeña mesa de café. Ahora venía la parte en la que hacía como si él no existiera… o eso creí hasta que capté el cambio de estrategia.
Y dime Bells —comenzó—, ¿cómo está Jacob? —preguntó como si supiera que aún no había hablado de ese tema con Edward. Sentí sus ojos sobre mí, pero decidí ignorarlo y responder.
Oh, perfectamente. Anoche hablamos… Dice que estará por aquí en unos días, quiere verlos. —Por el rabillo del ojo pude divisar a Edward con el ceño fruncido—. Hace tiempo que no nos vemos, probablemente salgamos a cenar o algo por el estilo…
Afianzó su agarre alrededor de mi mano. Iba a terminar con el jueguito, creo que ya había sufrido suficiente, cuando el timbre sonó.
¿Será Jake? —Al parecer papá no estaba de acuerdo con acabar esto.
Lo dudo. Hubiese llamado.
Renée se dirigió a la puerta. Extrañamente salió y la cerró tras ella. Le resté importancia.
Charlie se aclaró la garganta y se irguió dirigiéndose a él. Ahora venía el interrogatorio.
Dime, Edward… ¿Qué edad tienes? —Modo policía "on".
Veintiséis, señor Swan.
Cuatro años más que Bella.
Así es, pero la edad solo es un número. —¿Podría ser más lindo?
¿De qué trabajas, chico?
Soy médico, señor. Acabo de graduarme en Oxford, trabajo en el hospital central de Seattle. —Mi amado progenitor asintió y volvió a hacer como si no estuviéramos allí prendiendo la televisión.
Papá, ¿no crees que ya ha sido suf…? —Comencé a decir, pero unos gritos provenientes de afuera me interrumpieron. Reconocí la voz de mi madre.
"¡Dijiste que lo harías, Renée!"
"Vete, Phil. Te dije que iba a hacerlo y es lo que haré, pero deja que sea yo quién hable, no es el momento."
¿Phil? ¿Quién demonios es Phil? ¿Qué tenía que decir mi madre?
Papá se levantó de su lugar como impulsado con un resorte, confundido por la situación e iba de camino a ver qué era lo que estaba sucediendo cuando se oyó un portazo. Renée ingresaba a la sala totalmente histérica con paso enérgico y chocó contra Charlie.
Mi corazón comenzó a latir rápidamente. Tenía un mal presentimiento de todo esto.
¿Qué estaba pasando allí afuera? —inquirió él. Ella vaciló. La vi tomar una respiración profunda antes de hablar. Algo estaba por estallar. No deseaba estar presente en el momento que eso pasara, pero mi cuerpo no respondía.
Trataba de solo concentrarme en el calor que me proporcionaba la mano de mi novio, pero no lograba hacerlo.
Me voy, Charlie. Quiero el divorcio, yo ya no… ya no soy feliz contigo, ya no te amo.
Juro que pude escuchar el ruido del corazón de mi padre rompiéndose en miles de pedazos. Mi madre era todo para él, su mundo, su luz, compañera de vida. Siempre, cuando era niña, le gustaba contarme la historia de cuando se habían conocido y de cuánto la amaba.
¿Esta era la forma de retribuirlo? ¿Qué demonios le pasaba? La desconocía completamente.
Inconscientemente, me puse de pie soltando su agarre dispuesta a intervenir si hacía falta.
¿Q-qué es lo que estás diciendo? —Pudo apenas articular.
Lo que has oído. Estoy saliendo con alguien más, hace tiempo… lamento mucho no haber tenido el valor de enfrentarte antes. Bella, lamento arruinar este día, sé que era importante para ti. —Sin embargo, no hiciste nada para evitarlo. Añadí internamente—. Edward, lamento haberte hecho pasar por un momento así.
¿Bella te encuentras bien? —susurró Edward en mi oído. Negué con la cabeza y me aferré a su brazo.
Es todo, Charles… —Lo que sea que continuó diciendo, solo fue un leve zumbido para mí, mi visión comenzó a tornarse borrosa. Ese era mi mecanismo de defensa activándose. Siempre que las cosas se ponían tensas, mi cuerpo se desconectaba totalmente. Mi mente se aislaba de todo y luego despertaba confundida y trataba de borrar los motivos que habían provocado aquel desmayo.
¿Bella? —Tres voces preocupadas llamándome fue lo último que oí antes de que todo se volviera oscuro…
Cuando logré despertar, ella ya se había ido. Sin preocuparse cómo me encontraba, siendo ella la causante del problema. Solo Edward se encontraba a mi lado en mi antigua habitación. Por él me enteré que Charlie (demasiado destrozado) se hallaba en su habitación, ya que no quería alterarme. La tan planeada cena para presentar a la persona que más quería, había quedado en la nada…
#FinFlashback#

Poco después de su ida, papá recibía el pedido de divorcio que firmó sin pensarlo dos veces. "Si amas algo hay que dejarlo ir, Bells…" me había dicho cuando pregunté porqué se resignaba a su ida así sin más.
Podía asegurar que nunca lo superó. Sí, había estado saliendo con Sue -una vieja amiga-, pero el fantasma de mi madre estaba siempre presente, impidiéndole seguir adelante con su vida.
Y aquí estaba. La mujer que desde hace seis años había dejado de llamar mamá. Probablemente si se hubiera dignado a comunicarse conmigo luego de irse -aunque sea una jodida vez al mes-, si hubiese estado en los mejores momentos de mi vida, como mi matrimonio y el nacimiento de mi primer hijo, tal vez, solo tal vez seguiría queriéndola como siempre, pero no. Esme se había encargado de llenar ese lugar, sin embargo, no era lo mismo… Vanessa muchas veces me había preguntado dónde estaba mi mamá y porqué su abuela no venía a verla. Siempre respondía que se encontraba lejos, de viaje y que no iba a ser posible.
—¿Hija? —preguntó con voz ronca, seguramente producto de su llanto.
—No me llames así —contesté bruscamente. Hacía ya más de seis años que no la veía y no sentía esas ganas enormes de abrazar a una persona tan querida que no vez por un largo tiempo. Ni de cerca. Lo único que quería hacer era reclamarle y exigirle explicaciones—. ¿Qué demonios haces aquí?
Su rostro se contorsionó de dolor y lágrimas rodaron por sus mejillas. Charlie iba a decir algo, pero lo callé fulminándolo con la mirada. Tantas veces había fantaseado con que me enfrentaba a ella y contaba una por una las veces que me hizo falta y aquellas que me decepcionó. Ahora tenía mi oportunidad. No iba a desaprovecharla.
—¿No vas a contestarme? Bueno, espero que tampoco me interrumpas hasta que lo diga todo. ¿Tienes una idea de las veces que me hiciste falta? ¿De la decepción y el dolor que me causaste al no venir a mi boda ni conocer a tu nieta? ¿Pasar algunas noches pensando si seguías con vida o tal vez no? —La sangre corría aceleradamente por mis venas.
—Bella, por favor, tranquilízate. —Advirtió mi padre. ¿Estaba defendiéndola? ¿Después de todo?
—Déjala que continúe, Charlie.
—Una, Reneé, una jodida llamada al menos es lo que pedía, ¿tanto te costaba? Me cambiaste por un hombre. ¡¿Qué clase de madre hace eso?! Tal vez creíste que te odiaría por lo que habías hecho, pero eras mi mamá, ¡por Dios! Seguía adorándote a pesar de tus actos… Nunca dejé de esperar tus llamados, o que un día golpearas mi puerta, pudiéramos ponernos al tanto y volver a conformar ese vínculo que teníamos antes. Jamás dejé de anhelar verte jugar con mi hija… Todavía no logro decidirme qué fue lo que más dolió de todos esos momentos en que sentía un vacío que absolutamente nadie pudo llenar… pero si de algo estoy segura, es que nunca te importé lo suficiente. Las diferencias que pudiste o no tener con Charlie, no me involucraban a mí. Y que yo haya crecido, hecho mi vida y formado mi propia familia, no significa que no me hicieras falta…
—Sabes que no te hace bien ponerte de esa forma, Bells… —Agregó cuando abrí mi boca para preguntarle qué demonios hacía amparando a la mujer que lo había dejado desgarrado—. Piensa en el bebé.
Cerré fuertemente mis ojos intentando calmar mi respiración.
—¿Bebé? —preguntó.
—Bella está embarazada. —Se apresuró a responder él. Si fuese por mí un "no es asunto tuyo" hubiese sido perfecto. Estaba siendo inmadura, pero no me importaba estar comportándome como una adolescente en vez de una mujer de 28 años. Culpo a mis revolucionadas hormonas. En su rostro pude ver la confusión, seguramente ya estaría al tanto de los acontecimientos. ¿Ese era el motivo de su regreso? Lo dudo. Seguramente mi padre la había puesto al tanto. Pero prefirió callar. Era lo suficientemente inteligente.
—Bella, hija… lo siento, sé que te hice daño y realmente estoy arrepentida. Lamento no haber estado ahí cuando me necesitaste…
—Aún no respondiste mi primera pregunta. ¿Qué es lo que haces aquí, Renée?
—Phil me dejó. Él no quería que yo viniera a verte, no creas que yo no deseaba hacerlo… él...
—¿Acaso eras su sumisa? Oh, ya sé. Firmaste un contrato donde decía que no podías mantener contacto de ningún tipo con tu hija, ¿verdad? —dije con sarcasmo.
—No seas tan cruel conmigo, estaba cegada… él me manipulaba a su antojo. No quería que volviera a Seattle sola y jamás podía acompañarme, es el culpable. Créeme, quería formar parte de tu vida…
—¡Pero no hiciste nada para lograrlo! Elegiste a un hombre sobre lo supuestamente más preciado que tenías —repliqué al borde de la histeria.
Ya no podía soportarlo, me giré y corrí por las escaleras como adolescente hacia mi antigua habitación. Ingresé y grité con todas mis fuerzas, grité de furia, impotencia, dolor. Había estado reteniendo todos mis sentimientos por días, ahora estaba dejándolos salir. Sacándolos de mi interior, donde me hacían daño.
¿Por qué me pasaban estas cosas?
Me desplomé en la cama dejando las lágrimas fluir libremente.
No recuerdo en qué momento me sumí en un profundo sueño. Desperté al sentir la cama hundirse a mi lado y alguien acariciar mi cabello con ternura.
—Bells, pequeña, ¿estás despierta? —Asentí incapaz de hablar—. Lo siento…
—No eres tú quién debe disculparse —murmuré con voz ronca incorporándome—. Tú no tienes la culpa de nada.
—Si sabía que regresarías pronto, le hubiese dicho que se fuera para poder prepararte…
—Está bien. Por más que hubiese estado "preparada" puedo asegurar que habría ocurrido lo mismo. Necesitaba decírselo, que lo supiera. Papá, ¿podrías explicarme por qué la estabas consolando? ¿Cuándo supiste que vendría?
—Luego de que te fuiste esta mañana, ella me llamó desde el aeropuerto. Estaba bastante histérica. Llamé a Esme y le pedí que viniera por Nessie.
—¿Alice sabía que ella estaba aquí? —susurré más para mí misma.
—No, lo dudo. No creo que Esme se lo haya contado… —respondió de todas formas—. ¿Esme lo sabe?
—No del todo. Solo Alice y obviamente Edward. Aún no me dijiste con exactitud el porqué de ese abrazo que vi…
—Vio tus cosas, preguntó y le conté…
—Y ahora resulta que desaparece por años y luego se pone mal, ¿por mí? —bufé
—Quiere arreglar lo que hizo —enarqué una ceja en su dirección—. Ella quiere recomenzar… Como si fuera fácil olvidarlo todo…
Amaba tener este tipo de relación con mi padre. Poder hablar sin miedo a ser juzgados. Era como un amigo más, un mejor amigo. Una de las cosas buenas que había dejado la ida de ella. Antes de eso nuestro trato era algo distante.
—Parece que estamos en la misma situación… —Reí sin gracia.
—¿Él quiere volver, no le quedó claro con el…? —Se calló repentinamente al darse cuenta de que estaba hablando de más.
—¿Con el qué, papá? —inquirí ligeramente divertida. Los cambios de ánimo eran increíbles.
—Lo sabes, ¿no es así? —Asentí y riendo lo abracé.
—Eres el mejor, te amo… pero no vuelvas a hacer algo así.
—Se lo tenía bien merecido. También te amo, Bells. ¿Quieres que pidamos algo para cenar? —De ninguna manera bajaría con ella allí—. Se fue hace un rato. Ella se va a quedar en el "Fairmont". —Agregó al adivinando mis pensamientos.
—Está bien… —Oímos a alguien llamar a la puerta.
—Debe ser Esme. —Asentí, demonios. Acusaba a Renée de mala madre y con todo lo ocurrido en el día me había olvidado de mi pequeña. Me sentía realmente mal.
No tenía idea de qué hora era. Al parecer había dormido bastante ya que por la ventana se filtraban las luces del alumbrado público. Estaba a punto de bajar, cuando mi efusiva hija ingresó en la habitación y se lanzó a mis brazos.
—Hey, pequeña. Te he echado mucho de menos. ¿Qué tal tu día?
—También te extrañé mami. ¡Fue genial! Fuimos con la abuela al trabajo del abuelo Carl a almorzar y luego papá vino a buscarme y jugamos juntos en el parque hasta que el sol se escondió… —La capacidad de hablar atolondradamente sin necesidad de tomar aire que poseía Nessie con su corta edad, era increíble.
—¡Qué bueno cariño! Me alegra que la hayas pasado bien. —Sonreí.
—Te echamos de menos con papá… ¿Vamos a volver a casa? —Demonios, no esperaba eso. Aún no sabía cómo decírselo. Tenía que hablar con Edward al respecto. Pero antes tenía una llamada pendiente que no podía retrasar más.
—Es complicado, cariño… ¿Quieres bajar con el abuelo? En un minuto estoy allí.
Besé su mejilla y se alejó. Tomé mi celular y marqué a mi vieja amiga, Zafrina. Hace tiempo que no hablábamos, ahora requería de sus servicios como abogada…
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Outtake: Edward POV.
No sabía cómo sentirme al respecto de lo que acababa de enterarme.
¿Feliz? ¿Furioso? ¿Ambas?
Sea cual sea la emoción predominante, seguía siendo un idiota, eso sin dudar. Saber eso no cambiaba nada. Que Bella lo supiera, mucho menos. El engaño estaba ahí igualmente...
—Eddie, di algo. —Cuenta hasta diez, Cullen. No pierdas la calma.
—Fuera de aquí —dije entre dientes.
—Pero yo creí que...
—¡Fuera de aquí! —Reiteré elevando la voz. Me levanté de mi asiento y me paré frente a ella que me observaba con ojos suplicantes—. No me hagas sacarte a la fuerza, Tanya.
—Está bien... —murmuró levantándose de su lugar—. Te daré tiempo para que puedas pensar…
¿Acaso no entendía el significado de la palabra "no"?
—Creo que necesitas buscar ayuda... —Sugerí.
—¿Qué quieres decir?
—Tal vez necesites ayuda psicológica. Tanya, lo malinterpretas todo. Cada cosa que digo la das vuelta a tu antojo para tu beneficio. Te lo repito, entre nosotros no hubo, hay, ni habrá absolutamente nada. Y mucho menos después de escuchar esto. Así que te aconsejo que te vayas antes de que pierda la paciencia y me olvide que eres mujer, si se te puede llamar así. —Estaba perdiendo todo mi control.
—Tú me seguiste buscando. —Touché. Para mí pena así era.
—No logro comprender tu forma de actuar.
—Fue ella...
—No la metas a ella en esto. No tiene nada que ver.
—Es algo de lo que voy a arrepentirme toda mi vida. —Caminé hacia la puerta—. Vete, tengo cosas que hacer.
Se levantó sin decir nada. Abrí la puerta y salió. Recordé que debía comprobar unos papeles que se encontraban en el escritorio y abatido fui a buscarlos. Fue entonces cuando la vi.
Ella me observó detenidamente… Me miró con lástima, pero solo fueron unos segundos antes de que ese sentimiento fuera reemplazado por el enojo.
Se giró bruscamente y comenzó a dirigirse a la salida ignorando mis llamados. Sus pasos se hicieron más rápidos, pero logré alcanzarla tomándola de su brazo. Ella se detuvo girándose de manera brusca y se zafó de mi agarre.
—No lo puedo creer. Me pides perdón un millón de veces, me propones intentar arreglar lo irreparable y… sigues con ella, en tu trabajo. ¿Cuál es tu jodido problema, Cullen? —preguntó.
¿Se había cruzado con Tanya? ¿Qué pensó que ella hacía aquí? "¿Tu qué crees?" me gritó mi subconsciente ¡Demonios!
—No vayas a malinterpretar mis palabras… —Agregó cuando pensé aclarar sus ideas haciéndome callar.
—Bella, no estoy con ella. ¡Si tan solo escucharas! Ella estaba aquí porque es el remplazo de la Sra. Copé…
—¿Qué? Oh, ya entiendo, no pudiste evitar caer en el típico cliché jefe-secretaria.
Mierda, no hacía más que seguir jodiendo la situación. Ese realmente fue un golpe bajo y dolió. Mucho.
—En fin Edward, no he venido aquí a arrojarme a tus brazos perdonándote ni mucho menos. Tenemos que hablar. —Le indiqué con un gesto que pasara a mi oficina, pero declinó. Podía adivinar a dónde iban sus pensamientos.
—Como desees. —Accedí a regañadientes. No enojado con ella, sino conmigo. Yo era el culpable de que pensara cualquier cosa de mí.
Permanecimos sentados uno frente al otro en la cafetería del lugar. Ninguno decía nada. La situación era demasiado incómoda así que decidí hablar preguntándole si deseaba algo.
—No, estoy bien. Gracias… Edward, quiero hacer esto rápido.
—Está bien, sé que fui un imbécil, pero…
—No, no quiero hablar de eso ni escuchar tus disculpas. —Acepté cerrando la boca. Me moría de ganas por decirle todo. Pero sabía que no haría diferencia alguna y decidí seguir el consejo de mi padre y no presionarla—. Primero, aún no he hablado con Zafrina para que inicie los trámites del divorcio… Debes saber que no voy a imponerte días de visitas con Nessie, por el bien de ella. Solo voy a pedirte que me avises cada vez.
—Entonces, ¿no vas a cambiar de opinión respecto a eso? —Era una pregunta bastante idiota, yo sabía su respuesta y conocía a Bella, pero todavía no me daba por vencido.
—No, ya he tomado una decisión. Edward, sé sincero, ¿qué pretendes? ¿Qué haga borrón y cuenta nueva? Porque eso es algo que no podría hacer. Te lo dije. Quebrantaste mi confianza…
—Puedo volver a construirla. —Sonaba desesperado. Lo estaba.
—Lo dudo. Edward, debiste pensarlo antes… por favor, no nos desviemos del tema principal… —amor mío. Sé que debí pensarlo… sin tan solo supieras.
—Alguna vez tendremos que hablarlo. —Solté sin siquiera percatarme. Tendría que aplacar mis nervios y el miedo a perderla, estaba comenzando a ser impulsivo.
—Lo sé, pero no hoy. Dejemos a un lado el divorcio. Hay algo que debes saber. Algo bueno que increíblemente complica las cosas… —¿De qué hablaba? ¿Cómo podría algo bueno complicar la situación?
—Me preocupas, ¿todo está bien?
—Edward… —rebuscó entre las cosas de su bolso y me tendió un sobre.
—¿Qué es esto? —pregunté confundido. Temía ver lo que había dentro. La última vez nada salió bien… pero ella había dicho que era bueno…
—Estoy embarazada. —Leí rápidamente los resultados.
POSITIVO.
Una enorme sonrisa adornó mi rostro. ¡Otro bebé! Sentí mis ojos llenarse de lágrimas. Felicidad era lo único capaz de sentir en este momento. Por mi mente no dejaban de pasar imágenes de un pequeño niño con mi cabello rebelde y los hermosos ojos de Bella jugueteando en nuestro jardín con Nessie… Inconscientemente dirigí mi mano hacia su mejilla, pero ella rechazó mi contacto alejándose.
—Esto no va a cambiar nada… —murmuró negando con la cabeza
—Pero… —Tranquilo, Cullen. No la presiones. Me repetía una y otra vez.
—No.
—Necesita una familia.
—Y la tendrá. ¿Qué clase de persona piensas que soy? No voy a apartarte de su vida ni de la de Vanessa. Ellos no tienen porqué pagar las consecuencias de tus actos. —Y esa era una de las razones por la que amaba a esta mujer.
—Me odio, Bella. Realmente me aborrezco a mí mismo por haber sido tan estúpido. Lo perdí todo.
—No lograrás volver el tiempo atrás y cambiar tu forma de actuar con tirarte mugre a ti mismo. Ya no hay nada que hacer. Odio verte así, siento pena por ti aunque no lo merezcas, porque aún eres importante. Y si te hace sentir mejor, te digo que te perdono. Pero no cuentes con que volvamos a estar juntos… y también soy culpable de esto.
Era siempre tan madura, decidida y pensaba en los demás antes que en ella. La admiraba.
—Tú no tienes la culpa. Fui egoísta y no supe comprenderte.
—Dejemos esto atrás, por el bien de los dos y nuestros hijos.
—Para hacer eso deberíamos hablar, sacarlo todo. —También cuando escuches la versión oficial…
—Por favor. Solo pasaron unos días… te prometo que hablaremos. —Tenía razón, todo era demasiado reciente. Decidí cambiar de tema.
—¿Cómo está Nessie? —Extrañaba horrores a mi pequeña. Oír sus risas mañana, tarde y noche. Llegar a casa y que ella corriera hacia mí prendiéndose de mi pierna…
—Aunque no lo demuestre, sé que está triste. Te extraña demasiado. No sé qué decirle… —Y ¡bam! Otro golpe directo.
¿Tenía que hacer sufrir a todos lo que me rodeaban? ¿Por qué otros terminaban pagando por mis errores?
—También la extraño. ¿Crees que sería posible verla hoy? —No había nada que quisiera más.
—Está bien… no creo que sea lo mejor que vayas a la casa de Charlie. Pon un punto de encuentro y yo la llevaré. Por cierto… ¿Puedo preguntar qué le pasó a tu ojo?
—Un golpe bien merecido. —Más que merecido. Nunca me hubiese esperado algo así de Charlie…
—¿Quién…? —No planeaba decírselo. Iba a pelear con su padre por esto. Estaba seguro.
—No importa. ¿Cuándo lo supiste? —Sabía que hablar de su embarazo la distraería. Una sonrisa se dibujó en su cara y no pude evitar devolvérsela.
—Esta mañana. Ya que sacaste el tema nuevamente… quiero que estés presente en todo, por más difícil que sea para mí. No puedo hacerlo sola. —Eso no tenía que ni pedirlo.
—Por supuesto, Bella. No quiero perderme un minuto.
—Gracias… —Su teléfono sonó, la vi teclear y luego de guardarlo se despidió. Comenzó a caminar e hice que detuviera sus pasos llamándola.
—No voy a rendirme tan fácilmente. El asombro se vio reflejado en su rostro.
—Perdón, ¿qué? —dijo atropelladamente.
—Que me avisarás cuando tengas turno con Angela. —Sabía que me había escuchado perfectamente. Solo quería molestarla… aunque eso no ayudara mucho. Amaba verla enojada. Comencé a caminar nuevamente al interior del hospital.
—Buena suerte con lo anterior —me gritó dejándome atónito.
¿Quién era ella y que había hecho con mi Bella?

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