martes, 31 de diciembre de 2013

Las manos más perfectas y sexys del mundo :)

¡Cómo amo tus manos, nene! No quiero seguir comentando porque voy a empezar a derrapar...

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domingo, 8 de diciembre de 2013

Capítulo 7: La visita + Outtake POV Charlie - Returning to Trust

Bella POV.
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Estaba en el umbral de la sala totalmente petrificada. Mi mirada estaba clavada en mis progenitores. En los brazos de mi padre envolviendo a mi madre que se apoyaba en el pecho de él con los ojos llenos de lágrimas mirándome, esperando mi reacción.
¿Qué quería ella aquí? ¿Qué hacía con Charlie? ¿Cómo se dignaba a aparecer después de todo?
La amaba, sí. ¿Qué clase de persona no ama a su madre a pesar de todo? Siempre habíamos tenido una excelente relación, sabía que podía confiar y contar con ella. Si tenía algún problema no dudaba ni un segundo en decírselo y pedir su ayuda. Pero luego, todo cambió… cuando más la necesité, no estuvo. El sueño de toda mujer es planificar la boda perfecta junto con su madre y yo lo hice… pero con Esme. Ese día la esperé, obviamente en vano. Ni se preocupó en conocer a su nieta. Todo por él. Al parecer estaba destinada a vivir entre engaños.

#Flashback#
Íbamos en el Volvo de Edward camino al hogar de mis padres. Estaba totalmente nerviosa, era la primera vez que iba con un chico a casa que no fuera Jacob, mucho menos como mi novio. No habían tenido la oportunidad de conocerse en la graduación, ya que él se retiró antes. Mordía mi labio cada segundo, mis manos retorcían el borde de mi buzo y mi pierna izquierda no dejaba de rebotar. La morada se encontraba al otro lado de la ciudad desde donde se encontraba mi departamento.
Todo va a estar bien, Bella —murmuró apoyando su palma en mi muslo para detener mis movimientos. Me preguntaba cómo podría estar tan tranquilo en un momento así. Incluso yo, que ya conocía anteriormente a Carlisle y Esme, estuve al borde de un colapso la noche que me presentó como su novia—. Tranquila, confía en mí.
No conoces a mi padre. —Intenté hacerlo poner nervioso.
No… aún —contestó sin quitar la mirada del camino. Misión fallida.
¿Te he dicho que es policía… y sabe cómo disparar?Ah y… desde que tengo dieciséis años que ya no descarga el arma al llegar a casa, hasta a veces se olvida de sacársela de encima… —Para mi decepción ni siquiera se inmutó.
Sí, creo que lo mencionaste. No vas a asustarme, pequeña. Y en caso de que decida practicar tiro al blanco conmigo, y de no ser de su agrado, por ti voy a arriesgarme —respondió mirándome y sonriendo como solo él sabía hacerlo. Le devolví la sonrisa.
Podría parecer demasiado pronto, pero lo amaba. Los sentimientos que había despertado en mí, llegaban a abrumarme muchas veces. No recordaba haber sido tan feliz como en este último mes desde que lo conocí. Permanecí observándolo como la loca enamorada que era, con una estúpida sonrisa en mi rostro.
¿Qué? —preguntó conteniendo una sonrisa al ver mi forma de mirarlo.
Nada… —"Te amo" agregué mentalmente. Esta no era la forma ni el lugar para decírselo. Y para ser sincera, no tenía la certeza de si a él le pasaba lo mismo. Sí, me había dicho más de una vez que era muy especial para él y me quería, pero veintidós años de inseguridades no desaparecen de la noche a la mañana. También estaba esa forma de mirarme como si fuera lo más hermoso que hubiese visto alguna vez, como si estuviera dispuesto a hacer cualquier cosa por mí, pero… necesitaba escucharlo salir de su boca.
Claro, como digas Bells —dijo rodando los ojos.
Cuando menos me di cuenta, Edward estaba aparcando frente a mi antiguo hogar. Los nervios que había logrado disipar por unos minutos, volvieron potenciados.
¿Estás lista? —inquirió apagando el motor. No respondí. Estaba seriamente pensando en decirle que nos marcháramos y regresáramos otro día.
Hey… —susurró tomando mi rostro entre sus manos—. Todo va a estar bien, estamos juntos en esto. —Asentí. Dejó un suave y corto beso en mis labios y se alejó. Bajó del vehículo y, como el caballero que era, abrió mi puerta.
Nos dirigimos de la mano hacia el porche. Él dibujaba círculos con su pulgar en mi palma en un intento de tranquilizarme, debía admitir que de algo servía. Tomé la llave de mi bolso, pero no hizo falta utilizarla. Una muy entusiasmada Renée salió a nuestro encuentro.
¡Bella! —chilló abrazándome.
Solo había pasado una semana desde que almorzamos juntas. Aquel almuerzo había sido realmente raro. Parecía como si ella quisiese decirme algo, pero luego retrocedía. Eso me tenía preocupada. Llamé a mi padre aquella noche intentando sacarle información discretamente, pero él no notaba nada extraño en ella.
¡Oh, qué descortés soy! —continuó separándose de mí—. Tú debes ser Edward. Bella no exageró cuando dijo que eras hermoso. —Vi las orejas de Edward ponerse coloradas como seguramente estaba mi rostro.
Mamá… —advertí. Él rió.
Un gusto, señora. Soy Edward Cullen, el novio de Bella —dijo tendiéndole su mano.
Por favor, dime Renée. —Tiró de su brazo para abrazarlo y él le correspondió ligeramente incómodo—. Vamos, Charles está esperando en la sala, se encuentra ansioso por conocerte.
Él palideció. ¿A dónde había ido el Edward valiente de hace unos minutos? Solté unas risillas disfrutando de su momento de incomodidad. Nuestras manos volvieron a unirse e ingresamos.
Papá se hallaba en su lugar habitual del sofá refunfuñando mientras leía la parte de policiales del periódico.
Charlie, mira quién está aquí —chilló nuevamente. Debería recordarle a mi padre que dejara fuera del alcance de mamá el café y cualquier cosa que contenga azúcar…
Él levantó la vista hacia nosotros y dejó el diario a un lado. Se levantó con el ceño fruncido y se encaminó en nuestra dirección. El agarre de Edward se hizo más fuerte por cada paso que Charlie avanzaba. Mis nervios se disiparon adivinando las intenciones de mi progenitor. Solo quería darle un buen susto a quién le estaba robando su pequeña. Cuando se detuvo en frente nuestro, se paró con los brazos en su cintura haciendo que la chaqueta que llevaba puesta se corriera y dejara ver su arma. Eché un vistazo al señor "no tengo miedo" que se encontraba totalmente pálido y petrificado. Pude ver su nuez de adán moverse al tragar con dificultad. Aguantando la carcajada que luchaba por salir, le propiné un ligero codazo en sus costillas y murmuré entre dientes.
Preséntate, Edward. —Me miró como si me hubiese salido un tercer ojo en medio de mi frente que podría traducirse como "¿Acaso no ves que lleva un arma?" Una pequeña sonrisa de triunfo se formó en mi rostro. Charlie nos observaba también con diversión.
Se aclaró la garganta, varias veces, antes de conseguir hablar con esa voz suya tan autoritaria, pero amable y educada a la vez.
Señor Swan, quiero presentarme oficialmente. —Inició—. Soy Edward Cullen, el novio de Bella.
Charlie apretó su mano que estaba extendida, con excesiva fuerza y el ceño fruncido. Edward palideció aún más de ser posible.
Charlie Swan, muchacho… —Soltó su agarre y se dirigió a mí. Mi valiente novio, (nótese el sarcasmo) soltó un apenas perceptible suspiro de alivio—. ¡Bella, hija! ¡Qué bueno es verte!
Lo mismo digo, papá. —Compartimos una mirada llena de complicidad, él se había percatado que yo sabía lo que estaba haciendo. Incluso Jacob, al que ya conocía desde pequeño, le hizo pasar por eso. Se podría decir que conocía el procedimiento. No sabía cuánto podría durar sin estallar a carcajadas.
No se queden ahí parados. Tomen asiento. —Guié a Edward hacia el sofá doble que se encontraba de frente a donde estaba mi padre, seguía algo tenso... ¿En verdad creía que iba a dispararle?
Papá tomó nuevamente el periódico y una lata de su cerveza preferida que estaba en la pequeña mesa de café. Ahora venía la parte en la que hacía como si él no existiera… o eso creí hasta que capté el cambio de estrategia.
Y dime Bells —comenzó—, ¿cómo está Jacob? —preguntó como si supiera que aún no había hablado de ese tema con Edward. Sentí sus ojos sobre mí, pero decidí ignorarlo y responder.
Oh, perfectamente. Anoche hablamos… Dice que estará por aquí en unos días, quiere verlos. —Por el rabillo del ojo pude divisar a Edward con el ceño fruncido—. Hace tiempo que no nos vemos, probablemente salgamos a cenar o algo por el estilo…
Afianzó su agarre alrededor de mi mano. Iba a terminar con el jueguito, creo que ya había sufrido suficiente, cuando el timbre sonó.
¿Será Jake? —Al parecer papá no estaba de acuerdo con acabar esto.
Lo dudo. Hubiese llamado.
Renée se dirigió a la puerta. Extrañamente salió y la cerró tras ella. Le resté importancia.
Charlie se aclaró la garganta y se irguió dirigiéndose a él. Ahora venía el interrogatorio.
Dime, Edward… ¿Qué edad tienes? —Modo policía "on".
Veintiséis, señor Swan.
Cuatro años más que Bella.
Así es, pero la edad solo es un número. —¿Podría ser más lindo?
¿De qué trabajas, chico?
Soy médico, señor. Acabo de graduarme en Oxford, trabajo en el hospital central de Seattle. —Mi amado progenitor asintió y volvió a hacer como si no estuviéramos allí prendiendo la televisión.
Papá, ¿no crees que ya ha sido suf…? —Comencé a decir, pero unos gritos provenientes de afuera me interrumpieron. Reconocí la voz de mi madre.
"¡Dijiste que lo harías, Renée!"
"Vete, Phil. Te dije que iba a hacerlo y es lo que haré, pero deja que sea yo quién hable, no es el momento."
¿Phil? ¿Quién demonios es Phil? ¿Qué tenía que decir mi madre?
Papá se levantó de su lugar como impulsado con un resorte, confundido por la situación e iba de camino a ver qué era lo que estaba sucediendo cuando se oyó un portazo. Renée ingresaba a la sala totalmente histérica con paso enérgico y chocó contra Charlie.
Mi corazón comenzó a latir rápidamente. Tenía un mal presentimiento de todo esto.
¿Qué estaba pasando allí afuera? —inquirió él. Ella vaciló. La vi tomar una respiración profunda antes de hablar. Algo estaba por estallar. No deseaba estar presente en el momento que eso pasara, pero mi cuerpo no respondía.
Trataba de solo concentrarme en el calor que me proporcionaba la mano de mi novio, pero no lograba hacerlo.
Me voy, Charlie. Quiero el divorcio, yo ya no… ya no soy feliz contigo, ya no te amo.
Juro que pude escuchar el ruido del corazón de mi padre rompiéndose en miles de pedazos. Mi madre era todo para él, su mundo, su luz, compañera de vida. Siempre, cuando era niña, le gustaba contarme la historia de cuando se habían conocido y de cuánto la amaba.
¿Esta era la forma de retribuirlo? ¿Qué demonios le pasaba? La desconocía completamente.
Inconscientemente, me puse de pie soltando su agarre dispuesta a intervenir si hacía falta.
¿Q-qué es lo que estás diciendo? —Pudo apenas articular.
Lo que has oído. Estoy saliendo con alguien más, hace tiempo… lamento mucho no haber tenido el valor de enfrentarte antes. Bella, lamento arruinar este día, sé que era importante para ti. —Sin embargo, no hiciste nada para evitarlo. Añadí internamente—. Edward, lamento haberte hecho pasar por un momento así.
¿Bella te encuentras bien? —susurró Edward en mi oído. Negué con la cabeza y me aferré a su brazo.
Es todo, Charles… —Lo que sea que continuó diciendo, solo fue un leve zumbido para mí, mi visión comenzó a tornarse borrosa. Ese era mi mecanismo de defensa activándose. Siempre que las cosas se ponían tensas, mi cuerpo se desconectaba totalmente. Mi mente se aislaba de todo y luego despertaba confundida y trataba de borrar los motivos que habían provocado aquel desmayo.
¿Bella? —Tres voces preocupadas llamándome fue lo último que oí antes de que todo se volviera oscuro…
Cuando logré despertar, ella ya se había ido. Sin preocuparse cómo me encontraba, siendo ella la causante del problema. Solo Edward se encontraba a mi lado en mi antigua habitación. Por él me enteré que Charlie (demasiado destrozado) se hallaba en su habitación, ya que no quería alterarme. La tan planeada cena para presentar a la persona que más quería, había quedado en la nada…
#FinFlashback#

Poco después de su ida, papá recibía el pedido de divorcio que firmó sin pensarlo dos veces. "Si amas algo hay que dejarlo ir, Bells…" me había dicho cuando pregunté porqué se resignaba a su ida así sin más.
Podía asegurar que nunca lo superó. Sí, había estado saliendo con Sue -una vieja amiga-, pero el fantasma de mi madre estaba siempre presente, impidiéndole seguir adelante con su vida.
Y aquí estaba. La mujer que desde hace seis años había dejado de llamar mamá. Probablemente si se hubiera dignado a comunicarse conmigo luego de irse -aunque sea una jodida vez al mes-, si hubiese estado en los mejores momentos de mi vida, como mi matrimonio y el nacimiento de mi primer hijo, tal vez, solo tal vez seguiría queriéndola como siempre, pero no. Esme se había encargado de llenar ese lugar, sin embargo, no era lo mismo… Vanessa muchas veces me había preguntado dónde estaba mi mamá y porqué su abuela no venía a verla. Siempre respondía que se encontraba lejos, de viaje y que no iba a ser posible.
—¿Hija? —preguntó con voz ronca, seguramente producto de su llanto.
—No me llames así —contesté bruscamente. Hacía ya más de seis años que no la veía y no sentía esas ganas enormes de abrazar a una persona tan querida que no vez por un largo tiempo. Ni de cerca. Lo único que quería hacer era reclamarle y exigirle explicaciones—. ¿Qué demonios haces aquí?
Su rostro se contorsionó de dolor y lágrimas rodaron por sus mejillas. Charlie iba a decir algo, pero lo callé fulminándolo con la mirada. Tantas veces había fantaseado con que me enfrentaba a ella y contaba una por una las veces que me hizo falta y aquellas que me decepcionó. Ahora tenía mi oportunidad. No iba a desaprovecharla.
—¿No vas a contestarme? Bueno, espero que tampoco me interrumpas hasta que lo diga todo. ¿Tienes una idea de las veces que me hiciste falta? ¿De la decepción y el dolor que me causaste al no venir a mi boda ni conocer a tu nieta? ¿Pasar algunas noches pensando si seguías con vida o tal vez no? —La sangre corría aceleradamente por mis venas.
—Bella, por favor, tranquilízate. —Advirtió mi padre. ¿Estaba defendiéndola? ¿Después de todo?
—Déjala que continúe, Charlie.
—Una, Reneé, una jodida llamada al menos es lo que pedía, ¿tanto te costaba? Me cambiaste por un hombre. ¡¿Qué clase de madre hace eso?! Tal vez creíste que te odiaría por lo que habías hecho, pero eras mi mamá, ¡por Dios! Seguía adorándote a pesar de tus actos… Nunca dejé de esperar tus llamados, o que un día golpearas mi puerta, pudiéramos ponernos al tanto y volver a conformar ese vínculo que teníamos antes. Jamás dejé de anhelar verte jugar con mi hija… Todavía no logro decidirme qué fue lo que más dolió de todos esos momentos en que sentía un vacío que absolutamente nadie pudo llenar… pero si de algo estoy segura, es que nunca te importé lo suficiente. Las diferencias que pudiste o no tener con Charlie, no me involucraban a mí. Y que yo haya crecido, hecho mi vida y formado mi propia familia, no significa que no me hicieras falta…
—Sabes que no te hace bien ponerte de esa forma, Bells… —Agregó cuando abrí mi boca para preguntarle qué demonios hacía amparando a la mujer que lo había dejado desgarrado—. Piensa en el bebé.
Cerré fuertemente mis ojos intentando calmar mi respiración.
—¿Bebé? —preguntó.
—Bella está embarazada. —Se apresuró a responder él. Si fuese por mí un "no es asunto tuyo" hubiese sido perfecto. Estaba siendo inmadura, pero no me importaba estar comportándome como una adolescente en vez de una mujer de 28 años. Culpo a mis revolucionadas hormonas. En su rostro pude ver la confusión, seguramente ya estaría al tanto de los acontecimientos. ¿Ese era el motivo de su regreso? Lo dudo. Seguramente mi padre la había puesto al tanto. Pero prefirió callar. Era lo suficientemente inteligente.
—Bella, hija… lo siento, sé que te hice daño y realmente estoy arrepentida. Lamento no haber estado ahí cuando me necesitaste…
—Aún no respondiste mi primera pregunta. ¿Qué es lo que haces aquí, Renée?
—Phil me dejó. Él no quería que yo viniera a verte, no creas que yo no deseaba hacerlo… él...
—¿Acaso eras su sumisa? Oh, ya sé. Firmaste un contrato donde decía que no podías mantener contacto de ningún tipo con tu hija, ¿verdad? —dije con sarcasmo.
—No seas tan cruel conmigo, estaba cegada… él me manipulaba a su antojo. No quería que volviera a Seattle sola y jamás podía acompañarme, es el culpable. Créeme, quería formar parte de tu vida…
—¡Pero no hiciste nada para lograrlo! Elegiste a un hombre sobre lo supuestamente más preciado que tenías —repliqué al borde de la histeria.
Ya no podía soportarlo, me giré y corrí por las escaleras como adolescente hacia mi antigua habitación. Ingresé y grité con todas mis fuerzas, grité de furia, impotencia, dolor. Había estado reteniendo todos mis sentimientos por días, ahora estaba dejándolos salir. Sacándolos de mi interior, donde me hacían daño.
¿Por qué me pasaban estas cosas?
Me desplomé en la cama dejando las lágrimas fluir libremente.
No recuerdo en qué momento me sumí en un profundo sueño. Desperté al sentir la cama hundirse a mi lado y alguien acariciar mi cabello con ternura.
—Bells, pequeña, ¿estás despierta? —Asentí incapaz de hablar—. Lo siento…
—No eres tú quién debe disculparse —murmuré con voz ronca incorporándome—. Tú no tienes la culpa de nada.
—Si sabía que regresarías pronto, le hubiese dicho que se fuera para poder prepararte…
—Está bien. Por más que hubiese estado "preparada" puedo asegurar que habría ocurrido lo mismo. Necesitaba decírselo, que lo supiera. Papá, ¿podrías explicarme por qué la estabas consolando? ¿Cuándo supiste que vendría?
—Luego de que te fuiste esta mañana, ella me llamó desde el aeropuerto. Estaba bastante histérica. Llamé a Esme y le pedí que viniera por Nessie.
—¿Alice sabía que ella estaba aquí? —susurré más para mí misma.
—No, lo dudo. No creo que Esme se lo haya contado… —respondió de todas formas—. ¿Esme lo sabe?
—No del todo. Solo Alice y obviamente Edward. Aún no me dijiste con exactitud el porqué de ese abrazo que vi…
—Vio tus cosas, preguntó y le conté…
—Y ahora resulta que desaparece por años y luego se pone mal, ¿por mí? —bufé
—Quiere arreglar lo que hizo —enarqué una ceja en su dirección—. Ella quiere recomenzar… Como si fuera fácil olvidarlo todo…
Amaba tener este tipo de relación con mi padre. Poder hablar sin miedo a ser juzgados. Era como un amigo más, un mejor amigo. Una de las cosas buenas que había dejado la ida de ella. Antes de eso nuestro trato era algo distante.
—Parece que estamos en la misma situación… —Reí sin gracia.
—¿Él quiere volver, no le quedó claro con el…? —Se calló repentinamente al darse cuenta de que estaba hablando de más.
—¿Con el qué, papá? —inquirí ligeramente divertida. Los cambios de ánimo eran increíbles.
—Lo sabes, ¿no es así? —Asentí y riendo lo abracé.
—Eres el mejor, te amo… pero no vuelvas a hacer algo así.
—Se lo tenía bien merecido. También te amo, Bells. ¿Quieres que pidamos algo para cenar? —De ninguna manera bajaría con ella allí—. Se fue hace un rato. Ella se va a quedar en el "Fairmont". —Agregó al adivinando mis pensamientos.
—Está bien… —Oímos a alguien llamar a la puerta.
—Debe ser Esme. —Asentí, demonios. Acusaba a Renée de mala madre y con todo lo ocurrido en el día me había olvidado de mi pequeña. Me sentía realmente mal.
No tenía idea de qué hora era. Al parecer había dormido bastante ya que por la ventana se filtraban las luces del alumbrado público. Estaba a punto de bajar, cuando mi efusiva hija ingresó en la habitación y se lanzó a mis brazos.
—Hey, pequeña. Te he echado mucho de menos. ¿Qué tal tu día?
—También te extrañé mami. ¡Fue genial! Fuimos con la abuela al trabajo del abuelo Carl a almorzar y luego papá vino a buscarme y jugamos juntos en el parque hasta que el sol se escondió… —La capacidad de hablar atolondradamente sin necesidad de tomar aire que poseía Nessie con su corta edad, era increíble.
—¡Qué bueno cariño! Me alegra que la hayas pasado bien. —Sonreí.
—Te echamos de menos con papá… ¿Vamos a volver a casa? —Demonios, no esperaba eso. Aún no sabía cómo decírselo. Tenía que hablar con Edward al respecto. Pero antes tenía una llamada pendiente que no podía retrasar más.
—Es complicado, cariño… ¿Quieres bajar con el abuelo? En un minuto estoy allí.
Besé su mejilla y se alejó. Tomé mi celular y marqué a mi vieja amiga, Zafrina. Hace tiempo que no hablábamos, ahora requería de sus servicios como abogada…
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Outtake: Edward POV.
No sabía cómo sentirme al respecto de lo que acababa de enterarme.
¿Feliz? ¿Furioso? ¿Ambas?
Sea cual sea la emoción predominante, seguía siendo un idiota, eso sin dudar. Saber eso no cambiaba nada. Que Bella lo supiera, mucho menos. El engaño estaba ahí igualmente...
—Eddie, di algo. —Cuenta hasta diez, Cullen. No pierdas la calma.
—Fuera de aquí —dije entre dientes.
—Pero yo creí que...
—¡Fuera de aquí! —Reiteré elevando la voz. Me levanté de mi asiento y me paré frente a ella que me observaba con ojos suplicantes—. No me hagas sacarte a la fuerza, Tanya.
—Está bien... —murmuró levantándose de su lugar—. Te daré tiempo para que puedas pensar…
¿Acaso no entendía el significado de la palabra "no"?
—Creo que necesitas buscar ayuda... —Sugerí.
—¿Qué quieres decir?
—Tal vez necesites ayuda psicológica. Tanya, lo malinterpretas todo. Cada cosa que digo la das vuelta a tu antojo para tu beneficio. Te lo repito, entre nosotros no hubo, hay, ni habrá absolutamente nada. Y mucho menos después de escuchar esto. Así que te aconsejo que te vayas antes de que pierda la paciencia y me olvide que eres mujer, si se te puede llamar así. —Estaba perdiendo todo mi control.
—Tú me seguiste buscando. —Touché. Para mí pena así era.
—No logro comprender tu forma de actuar.
—Fue ella...
—No la metas a ella en esto. No tiene nada que ver.
—Es algo de lo que voy a arrepentirme toda mi vida. —Caminé hacia la puerta—. Vete, tengo cosas que hacer.
Se levantó sin decir nada. Abrí la puerta y salió. Recordé que debía comprobar unos papeles que se encontraban en el escritorio y abatido fui a buscarlos. Fue entonces cuando la vi.
Ella me observó detenidamente… Me miró con lástima, pero solo fueron unos segundos antes de que ese sentimiento fuera reemplazado por el enojo.
Se giró bruscamente y comenzó a dirigirse a la salida ignorando mis llamados. Sus pasos se hicieron más rápidos, pero logré alcanzarla tomándola de su brazo. Ella se detuvo girándose de manera brusca y se zafó de mi agarre.
—No lo puedo creer. Me pides perdón un millón de veces, me propones intentar arreglar lo irreparable y… sigues con ella, en tu trabajo. ¿Cuál es tu jodido problema, Cullen? —preguntó.
¿Se había cruzado con Tanya? ¿Qué pensó que ella hacía aquí? "¿Tu qué crees?" me gritó mi subconsciente ¡Demonios!
—No vayas a malinterpretar mis palabras… —Agregó cuando pensé aclarar sus ideas haciéndome callar.
—Bella, no estoy con ella. ¡Si tan solo escucharas! Ella estaba aquí porque es el remplazo de la Sra. Copé…
—¿Qué? Oh, ya entiendo, no pudiste evitar caer en el típico cliché jefe-secretaria.
Mierda, no hacía más que seguir jodiendo la situación. Ese realmente fue un golpe bajo y dolió. Mucho.
—En fin Edward, no he venido aquí a arrojarme a tus brazos perdonándote ni mucho menos. Tenemos que hablar. —Le indiqué con un gesto que pasara a mi oficina, pero declinó. Podía adivinar a dónde iban sus pensamientos.
—Como desees. —Accedí a regañadientes. No enojado con ella, sino conmigo. Yo era el culpable de que pensara cualquier cosa de mí.
Permanecimos sentados uno frente al otro en la cafetería del lugar. Ninguno decía nada. La situación era demasiado incómoda así que decidí hablar preguntándole si deseaba algo.
—No, estoy bien. Gracias… Edward, quiero hacer esto rápido.
—Está bien, sé que fui un imbécil, pero…
—No, no quiero hablar de eso ni escuchar tus disculpas. —Acepté cerrando la boca. Me moría de ganas por decirle todo. Pero sabía que no haría diferencia alguna y decidí seguir el consejo de mi padre y no presionarla—. Primero, aún no he hablado con Zafrina para que inicie los trámites del divorcio… Debes saber que no voy a imponerte días de visitas con Nessie, por el bien de ella. Solo voy a pedirte que me avises cada vez.
—Entonces, ¿no vas a cambiar de opinión respecto a eso? —Era una pregunta bastante idiota, yo sabía su respuesta y conocía a Bella, pero todavía no me daba por vencido.
—No, ya he tomado una decisión. Edward, sé sincero, ¿qué pretendes? ¿Qué haga borrón y cuenta nueva? Porque eso es algo que no podría hacer. Te lo dije. Quebrantaste mi confianza…
—Puedo volver a construirla. —Sonaba desesperado. Lo estaba.
—Lo dudo. Edward, debiste pensarlo antes… por favor, no nos desviemos del tema principal… —amor mío. Sé que debí pensarlo… sin tan solo supieras.
—Alguna vez tendremos que hablarlo. —Solté sin siquiera percatarme. Tendría que aplacar mis nervios y el miedo a perderla, estaba comenzando a ser impulsivo.
—Lo sé, pero no hoy. Dejemos a un lado el divorcio. Hay algo que debes saber. Algo bueno que increíblemente complica las cosas… —¿De qué hablaba? ¿Cómo podría algo bueno complicar la situación?
—Me preocupas, ¿todo está bien?
—Edward… —rebuscó entre las cosas de su bolso y me tendió un sobre.
—¿Qué es esto? —pregunté confundido. Temía ver lo que había dentro. La última vez nada salió bien… pero ella había dicho que era bueno…
—Estoy embarazada. —Leí rápidamente los resultados.
POSITIVO.
Una enorme sonrisa adornó mi rostro. ¡Otro bebé! Sentí mis ojos llenarse de lágrimas. Felicidad era lo único capaz de sentir en este momento. Por mi mente no dejaban de pasar imágenes de un pequeño niño con mi cabello rebelde y los hermosos ojos de Bella jugueteando en nuestro jardín con Nessie… Inconscientemente dirigí mi mano hacia su mejilla, pero ella rechazó mi contacto alejándose.
—Esto no va a cambiar nada… —murmuró negando con la cabeza
—Pero… —Tranquilo, Cullen. No la presiones. Me repetía una y otra vez.
—No.
—Necesita una familia.
—Y la tendrá. ¿Qué clase de persona piensas que soy? No voy a apartarte de su vida ni de la de Vanessa. Ellos no tienen porqué pagar las consecuencias de tus actos. —Y esa era una de las razones por la que amaba a esta mujer.
—Me odio, Bella. Realmente me aborrezco a mí mismo por haber sido tan estúpido. Lo perdí todo.
—No lograrás volver el tiempo atrás y cambiar tu forma de actuar con tirarte mugre a ti mismo. Ya no hay nada que hacer. Odio verte así, siento pena por ti aunque no lo merezcas, porque aún eres importante. Y si te hace sentir mejor, te digo que te perdono. Pero no cuentes con que volvamos a estar juntos… y también soy culpable de esto.
Era siempre tan madura, decidida y pensaba en los demás antes que en ella. La admiraba.
—Tú no tienes la culpa. Fui egoísta y no supe comprenderte.
—Dejemos esto atrás, por el bien de los dos y nuestros hijos.
—Para hacer eso deberíamos hablar, sacarlo todo. —También cuando escuches la versión oficial…
—Por favor. Solo pasaron unos días… te prometo que hablaremos. —Tenía razón, todo era demasiado reciente. Decidí cambiar de tema.
—¿Cómo está Nessie? —Extrañaba horrores a mi pequeña. Oír sus risas mañana, tarde y noche. Llegar a casa y que ella corriera hacia mí prendiéndose de mi pierna…
—Aunque no lo demuestre, sé que está triste. Te extraña demasiado. No sé qué decirle… —Y ¡bam! Otro golpe directo.
¿Tenía que hacer sufrir a todos lo que me rodeaban? ¿Por qué otros terminaban pagando por mis errores?
—También la extraño. ¿Crees que sería posible verla hoy? —No había nada que quisiera más.
—Está bien… no creo que sea lo mejor que vayas a la casa de Charlie. Pon un punto de encuentro y yo la llevaré. Por cierto… ¿Puedo preguntar qué le pasó a tu ojo?
—Un golpe bien merecido. —Más que merecido. Nunca me hubiese esperado algo así de Charlie…
—¿Quién…? —No planeaba decírselo. Iba a pelear con su padre por esto. Estaba seguro.
—No importa. ¿Cuándo lo supiste? —Sabía que hablar de su embarazo la distraería. Una sonrisa se dibujó en su cara y no pude evitar devolvérsela.
—Esta mañana. Ya que sacaste el tema nuevamente… quiero que estés presente en todo, por más difícil que sea para mí. No puedo hacerlo sola. —Eso no tenía que ni pedirlo.
—Por supuesto, Bella. No quiero perderme un minuto.
—Gracias… —Su teléfono sonó, la vi teclear y luego de guardarlo se despidió. Comenzó a caminar e hice que detuviera sus pasos llamándola.
—No voy a rendirme tan fácilmente. El asombro se vio reflejado en su rostro.
—Perdón, ¿qué? —dijo atropelladamente.
—Que me avisarás cuando tengas turno con Angela. —Sabía que me había escuchado perfectamente. Solo quería molestarla… aunque eso no ayudara mucho. Amaba verla enojada. Comencé a caminar nuevamente al interior del hospital.
—Buena suerte con lo anterior —me gritó dejándome atónito.
¿Quién era ella y que había hecho con mi Bella?

Capítulo 6: "No todo es lo que parece. - Returning to Trustr

Tengo la esperanza que el dolor
cambie y se transforme en tu perdón.
Navegar en un mar sin fantasmas y la luz de tu amor sea mi mapa.
(...)
Y llorar, y llorar,
no sirve de nada ahora que te perdí.
Te quiero recuperar.
Ven sálvame, despiérteme, rescátame, del sufrimiento.
Jesse y Joy - "Llorar."

Capítulo 6: "No todo es lo que parece."
Bella POV.
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Aún eufórica por mi valiente comentario y cambio de actitud, regresé a casa a esperar a Alice. Charlie que iba a tomarse su día libre para cuidar a su nieta, al parecer había aprovechado que Esme se la llevó para, seguramente, ir a pescar. Todo se encontraba en silencio. Pensaba acostarme en el sofá por unos minutos, pero cuando iba a hacerlo escuché la bocina del Porsche, solté un bufido y salí hacia mi tortura.
—¡Hey All! —La saludé cuando ingresé al elegante auto amarillo.
—Isabella… —Se dedicó a decir con semblante serio. ¿Qué le pasaba?
—¡Qué bueno verte a ti también! —le dije sarcásticamente.
—Estoy algo enfadada contigo, Bella. ¿Por qué no hablaste conmigo? —Esa era mi amiga, siempre iba directo al grano.
—No quería involucrarte Allie, es tu hermano… —Bufó, encendió el motor y comenzó nuestro camino en silencio.
—Y tú eres mi mejor amiga. Creía que nos contábamos todo. Hasta mi madre sabía… —habló por fin con tono triste. Agaché mi cabeza avergonzada.
—Lo siento, en verdad. No sabía qué hacer y acudí a ella. Desde lo de Renée… Esme tomó su lugar y fui a ella como si fuera mi madre... —Me miró comprensivamente. Alice (además de Edward), era la única que sabía lo ocurrido años atrás y el cierto rencor que guardaba a mi progenitora por su actitud—. Cuando todo comenzó, estabas en tu mejor momento con Jasper, acababan de volver de su luna de miel, no quería amargarte con lo que en su tiempo fueron simples problemas de comunicación… o eso creí. Nunca imaginé que estaba viendo a otra mujer… —Mi voz se volvió un murmullo apenas audible.
—No logro entender el porqué de su forma de actuar. Él no es así, lo detesto en este momento. Pero si hay algo que puedo asegurarte es que está más que arrepentido por lo que hizo, hablé con él esta mañana, pasé por su trabajo… confieso que me sentí algo mal por mi comportamiento, a causa de mi enojo me equivoqué, él aún no había hablado con papá, fui yo quién le dijo todo a los gritos. Así que, le debía una disculpa. Está algo ido, me atrevo a decir que peor que el otro día… y el no ver tus cosas en la casa; más el golpe que le ha propinado Charlie creo que hizo que se diera cuenta que en realidad te perdió…
—Lo sé, acabo de verlo… Un momento, ¿qué golpe? ¿De qué estás hablando?
—Umm sí, creí que lo sabías. Se presentó la otra noche en su puerta y sin decir nada, atinó un puño a su cara.
—¿Cómo? —No podía creerlo. No lograba imaginarme a Charlie -un hombre realmente tranquilo y que repelía la violencia-, golpeando a alguien. Mucho menos a Edward.
¿Está mal que me sienta un poco feliz por eso? Bueno, no creo si el motivo de esa felicidad es que tomé eso como una forma de demostrar el afecto de mi padre por mí… no estaba del todo de acuerdo con el golpe porque a pesar de todo amaba a Edward.
El amor no desaparece como si nada.
—Sí, lo que oyes. Tampoco pude creerlo cuando me lo dijo. ¡Quién iba a decir que el amoroso Charlie era capaz de tanto! —Soltó unas risitas—. ¡Es un padre estupendo!
No pude evitar esbozar una pequeña sonrisa. No iba a rebatir eso. Era el mejor.
Aparcó el ostentoso coche frente a nuestro café preferido: "Colors and Promises".
Ese era siempre nuestro lugar de encuentro para las "conversaciones profundas". Un pequeño jardín con florecillas de todos los colores formaban parte del frente con algunas mesas de color rojo y sillas a juego. Contaba con una terraza y era realmente agradable sentarse allí durante la primavera y el verano mientras disfrutabas de un exquisito café.
—Tendré que tener una charla con mi papá por eso, le dije que no se molestara en hacer nada. ¿Qué le habrá dicho? —Ella se encogió de hombros. Buscando a alguien en cuanto ingresamos al local.
—Edward le restó importancia cuando se lo pregunté…
—¿Allie, buscas a alguien?
—Sí, a Rose. Nos debes MUCHAS explicaciones. Parece que no ha llegado aún... Bien, eso nos deja algunos minutos para que me cuentes todo… especialmente qué hacías en el hospital.
Elegimos una mesa que estaba bastante apartada del resto y decidimos esperar a Rose para comprar algo. Tomé asiento frente a la entrada, junto a la ventana. El interior era también bellísimo, las paredes estaban revestidas en distintos colores pasteles por zonas y las mesas combinaban con éstas y tenían mini jarrones repletos de flores silvestres como centro, el aroma que desprendían era maravilloso. Cerré los ojos inspirando profundamente.
—Estoy esperando tus respuestas… —Al parecer no planeaba dejar pasar nada por alto.
—Tenía que ir… control de rutina, ya sabes. —Le resté importancia—. Obviamente me lo crucé. Hablamos civilizadamente por varios minutos y sorprendentemente no voló ningún objeto por el aire…
En sus ojos noté que se había dado cuenta de que le estaba omitiendo información, pero decidió no presionarme.
—¿Qué hablaron?
—Quería aclararle algunos temas respecto al divorcio. Intentó convencerme de que no lo hiciese…
Me vi obligada a relatarle nuestra conversación, suprimiendo la noticia de mi embarazo y el "encuentro" con la zorra. Se sorprendió por mi despedida hacia él.
—Wow, ¿quién eres tú y qué has hecho con mi amiga? —Eso me preguntaba yo.
—Cierra la boca. Soy yo, solo que estoy aprendiendo a no ser idiota, a luchar. Estoy harta de ser la pobre e indefensa Isabella.
—¡Bien! Me agrada la nueva Bella. No lo vayas a perdonar con facilidad…
—¿Quién habló de perdonar?
—Tú misma, le has dicho "buena suerte con eso", si se lo dijiste fue porque quieres que luche por ti. Tu subconsciente te traicionó. —No había pensado en eso—. Conoces a Edward, sabes que ama los desafíos y le acabas de imponer uno. Aunque no estaría bien que se lo tomara como un juego.
—Lo dije sin pensar. No vamos a volver a estar juntos. Perdonar y volver a confiar son dos cosas totalmente distintas. Ponte en mi lugar… Si Jazz te hubiese algo así, ¿podrías hacer borrón y cuenta nueva como si nada hubiese pasado? ¿Podrías dormir tranquila si saliera a trabajar por las noches, pensando si en verdad lo está haciendo?
—Entiendo tu punto… ¿Sabes qué?, presiento que hay algo raro en todo esto. No lo sé, es mi hermano, lo conozco, sé qué clase de educación ha recibido y…
—Lo crees incapaz de algo así, ¿verdad? —Terminé su oración y ella asintió—. Yo creía lo mismo, hasta que vi la foto.
No siempre todo es lo que parece… —Iba a replicar cuando vi a Rose ingresar. Levanté mi mano para que nos ubicara y me dedicó una sonrisa de compasión.
—¿Ella lo sabe? —inquirí en voz baja a Alice y asintió—. ¿Quién se lo dijo?
—No me quedó otra que contárselo yo misma…
—¿Cómo se lo tomó?
—Como todos —murmuró con una mueca.
—¡Hey Bells! —Rose me abrazó efusivamente, luego besó ambas mejillas de Alice antes de sentarse—. Supongo que preguntar cómo te encuentras, está de más…
—Estoy perfectamente —respondí con una sonrisa.
No estaba mintiendo, al menos no del todo. Pero mis amigas no tenían porqué saber que parte de mí, una muy grande, se había sumido en una silenciosa depresión. Esa parte que se despertaba por las noches haciendo que lágrimas rodaran por mis mejillas y me preguntara porqué había pasado aquello. Porqué él me había traicionado destruyendo nuestra familia en el proceso. Era todo demasiado reciente, no habían pasado más que unos pocos días, obviamente dolía e iba a hacerlo por un largo tiempo.
—¿Qué tal Emmett? —Mientras más retrasara el momento de ser el centro de atención, mejor. Adivinando mis motivos, ambas enarcaron una ceja.
—Está perfectamente. Furioso, por supuesto. Pero… estamos aquí para que nos expliques qué demonios fue exactamente lo que pasó y hagas catarsis para poder seguir con tu vida y eso… —expresó Rose, gesticulando con las manos, restándole importancia.
—Okey, para ahí… solo pasaron unos días. Estamos aquí para escuchar si ella quiere hablar —Intervinó Alice—. Claro que, si largas algunas explicaciones no nos vamos a enojar…
—¿Es esto realmente necesario? No creo estar lista…no aún —Mi ánimo decayó.
La tarde transcurrió fugazmente entre alguna que otra risa y demás. Necesitaba esto. Olvidarme de todo por unas horas. No pensar en él ni en lo que sucedió. Alice me miró interrogante cuando decliné el café y pedí un té a cambio. Iba a preguntarme al respecto, pero la mirada suplicante que le lancé hizo que permaneciera en silencio. Podía asegurar que no iba a tardar mucho en atar cabos. Me atreví a relatar solo un poco de la historia, hasta antes de descubrir las fotos. Eso sí que no pensaba contarlo aún. Sentía que primero tenía que hablarlo como se debía con él, aclarar los tantos de forma correcta.
Nos despedimos de Rose y nos dirigimos nuevamente al Porsche. En completo silencio arrancó hacia la casa de mi padre, pero no duró mucho. Si lo preguntaba directamente no iba a mentirle, demasiado le había ocultado ya. Cierta parte de mí se alegraba de que no lo hiciera frente a Rose, no porque no confiara en ella, sino porque conociéndola sabía que detrás de esa calma y la "buena forma" en tomar la actitud que tuvo Edward, se escondía su desaprobación y enojo. Y, si no había hecho nada al respecto -o eso creía-, era por respeto a mi decisión de que él no lo valía, pero no sabía cuál sería su reacción al enterarse. Quería castrarlo, de eso no me cabían dudas. Además estaba el tema de que el embarazo era un tema delicado para ella…
Años atrás antes de conocer a Emmett, había estado comprometida con otro tipo: Royce King -el hijo de un senador de su ciudad natal, Texas-, un hijo de perra con todas las letras. Llevaban juntos desde hacía ya tres años, hasta que se enteró que ella esperaba un hijo. Así como había llegado, se marchó; obviamente ella quería seguir con el embarazo, pero tanto los padres de él como de ella se negaron a ayudarla, todos le dieron la espalda. Menos su mellizo, Jasper, que siempre estuvo allí para ella. Hicieron un fondo en común -con el que podrían asegurarse un hogar y pagar al menos el primer semestre-, y ambos dejaron la ciudad para mudarse aquí, tenían un lugar asegurado en la universidad, pero el único que asistió los primeros tres años fue Jazz. Pocas semanas después de su mudanza un ebrio Royce se presentó en su departamento entrada la noche. Rose se encontraba sola ya que Jasper había tomado un trabajo como mesero en un bar. Abrió la puerta confiadamente creyendo que era su hermano -nadie más sabía su dirección y no se había relacionado con ninguna persona desde su llegada-, en ese momento, Royce se abalanzó hacia ella tirándola al suelo… Cuando su hermano llegó ya era tarde, él se había marchado dejando a una Rosalie horriblemente golpeada y rodeada de sangre. La ambulancia llegó justo a tiempo para salvarla, pero nada pudieron hacer con el bebé. La depresión en la que se sumió le fue muy difícil de superar. Jazz había comenzado a salir con Allie y nos pidió que nos presentáramos y tratáramos de ayudarla a salir adelante. Logramos que avanzara un poco, pero no lo suficiente. Hasta que apareció Emmett. Él llegó a iluminar sus oscuros días, le devolvió la alegría que le había sido arrebatada. Nunca se separaron desde el día en que se conocieron. Él estuvo ahí para ella cuando se enteraron que las posibilidades de que pudiera tener un hijo eran muy bajas…
—¿Bella? ¿Estás bien? —La voz preocupada de Alice me sacó de mis recuerdos. Aquel día en que Rose nos contó todo, las tres éramos un mar de lágrimas.
—Sí, solo pensaba.
—¿Se puede saber en qué? Okey, no importa. —Agregó al ver que no planeaba responder—. ¿Estás embarazada verdad?
¡¿QUÉ?! ¿De dónde demonios sacó eso? Es decir, era verdad, pero… ¡Mierda! En estos momentos era cuando más creía que la enana era psíquica.
—¿De…de dónde has sacado eso?
—Yo lo sé todo. No lo olvides… tu visita al hospital cuando detestas el lugar… además, el rubor en tus mejillas y la forma en que acabas de responder confirma todo… —Enarqué una ceja en su dirección no creyendo del todo su respuesta.
—Alice…
—Está bien. Escuché a papá hablando con mamá sobre tu desmayo en casa de Charlie y le dijo que era muy probable que lo estuvieras… así que…
—Así que… ¿qué?
—¿Lo estás o no? —¿Qué sentido tenía ocultárselo?
—Sí. —Apenas murmuré.
Una sonrisa enorme se extendió en su cara y no pude evitar no imitarla. Recordarlo alejaba todo el dolor, me hacía sentir inmensamente feliz. Tener hijos no era algo que había deseado con demasiado entusiasmo, pero cuando me enteré de mi embarazo de Vanessa todo cambió. Lo único que quería era vivir por ella. No existía nada más importante para mí que protegerla. Ahora una nueva persona dependería de mí. Y me encantaba la idea.
—¡Oh, estoy tan feliz! Veo que tú también. Te debo un asfixiante abrazo.
—Por supuesto. ¿Cómo no estarlo? Una razón más para ser fuerte y luchar.
—Una razón más para intentar volver a comenzar…
—No confundas las cosas Allie. —Creo que alguien había logrado pasarla al lado oscuro—. ¿Qué te dijo él? Querías matarlo y de repente pareces empecinada en que arreglemos lo irreparable…
—Pregúntaselo a él. Y nunca digas nunca, Bells… —Rodé los ojos—. Se lo has dicho hoy, ¿verdad? —Asentí.
—¡Oh, Isabella! No me hagas tener que rogarte para que largues una respuesta que no sea muda o monosílaba.
—Sí, se lo dije. Se lo tomó muy bien, por supuesto. Pero, como tú, malinterpretó las cosas. Creyó que iba a hacer borrón y cuenta nueva. Le expliqué que no iba a ser así, pero que lo necesitaba, que lo quería conmigo en cada momento. Sé que no voy a poder sola y es su derecho participar en esto, pero nuestra relación terminó el día en que decidió traicionarme de la peor manera.
—No vas a dar el brazo a torcer fácilmente.
—No voy a dar el brazo a torcer. —Corregí—. Mucho menos con ella en medio. —Agregué sin pensar.
—¿A qué te refieres? —¡Mierda! Tendría que contárselo.
—Cuando fui a buscarlo, o debería decir, cuando tomé el valor suficiente para decírselo y me dirigí a su oficina, ella salía de allí…
—Jodida zorra. ¿Qué hacía ahí?
—No lo sé y realmente no quiero pensar en eso. Él intentó explicarme pero no lo dejé. —Me gané una mirada reprobatoria de su parte. —También quiso que aclarásemos todo, pero no estoy lista…
—Es mejor así… tienen que dejar que las cosas se enfríen un poco…
En ese momento, aparcó el coche en la acera de casa de Charlie. La patrulla que se encontraba en su habitual lugar me indicaba que mi padre había vuelto. Al lado, se encontraba otro auto que desconocía totalmente. Me despedí de la enana con la promesa de "una noche de catarsis" llena de helado de chocolate para cuando estuviese lista y unas cuantas "salidas de chicas" al estilo Alice Cullen.
Ingresé, preguntándome quién estaría de visita. Escuché risas provenientes de la sala y me dirigí allí. No sabía el motivo, pero me encontraba nerviosa…
Cuando la sala entró en mi campo de visión, sentí mi mandíbula chocar contra el piso de la sorpresa al ver a nuestra visitante.
—Hola, Bella. ¡Tanto tiempo sin vernos!
¿Qué quería ella aquí? ¿Qué hacía con mi padre?
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Edward POV.
Dolor, dolor y más dolor.
Era lo único que parecía sentir estos últimos días.
Una opresión en el pecho que ni siquiera se iba cuando dormía. Mis sueños desde que la conocí eran protagonizados por ella, siempre sonriendo junto a mí, ya no. Solo veía su mirada triste, sus ojos chocolates apagados, alejándose de mí y no podía hacer nada para recuperarla. Apenas comía, el nudo en mi garganta me lo impedía. Tres días sin ver a Bella, sin estar con mi hija. Las extrañaba. Llegar a casa el lunes y ver algunas cajas apiladas y el lugar vacío de algunos objetos, me hizo caer en la cuenta de que realmente había perdido lo más importante y valioso que alguna vez tuve. Dormía abrazado a su almohada impregnada con olor a fresas, olía a ella. En el trabajo estaba evitando cruzarme con cualquier colega, en especial a Eleazar… ¿Qué explicación iba a darle? Ni hablar de ella. Sabía que era inevitable. Heidi no había vuelto aún, rogaba porque lo hiciera pronto.
Aquí estaba, una vez más en mi oficina horas antes de que mi turno empezase. ¿Qué irónico, verdad? Antes, como idiota, huía de mi esposa y me refugiaba aquí… ahora lo hacía para eludir de los recuerdos de la casa, encontraba su aroma en todas partes, recuerdos felices y aquellas estúpidas discusiones que desencadenaron toda esta mierda. Maldito su orgullo, maldito yo por caer en la jodida tentación y en vez de arreglarlo todo, empeorarlo. Maldita sea Tanya por aparecer en mi vida.
Había fracasado como hijo, esposo, amigo, yerno y padre. Sí, porque si hubiese sido un buen padre lo hubiese pensado dos veces antes de actuar y en las consecuencias. Pero no lo hice. Eso me convertía en una mierda de persona.
Unos suaves golpes en la puerta me sacaron de mi momento de autodesprecio del día.
—¿Sí? —Una pequeña nariz se asomó.
—¡Hey idiota! ¿Puedo pasar?
—Claro, Alice.
—Wow, te ves mal. —Se sentó frente a mí. En su rostro vi la preocupación al ver, seguramente, la marca alrededor de mi ojo, cortesía de Charlie—. ¿Qué demonios…? ¿Quién…?
—Charlie. —Sus cejas se alzaron con sorpresa—. Eso no es nada comparado con el dolor en mi pecho… me lo merezco —murmuré.
—Nadie merece sufrir. Ni siquiera tú… aunque, bueno, ese golpe creo que sí te lo ganaste.
Intenté sonreír, pero solo una rara mueca se dibujó en mi rostro.
—Vine a pedirte disculpas por mi impulsivo comportamiento… —Cambió de tema.
—No tienes que disculparte… está bien.
—No, sí tengo que hacerlo. Debí haber dejado que hablaras con papá, pero estaba cegada por la furia. ¿Cómo pudiste, Edward? No lo comprendo, ni siquiera lo vi venir.
—No lo sé. Eso es lo peor. Me odio, ¿sabes? Lo he arruinado todo. Lo peor de la situación es que todo me es confuso.
—¿Te refieres a… lo que pasó con la otra? —Asentí avergonzado por la situación.
¿Por qué los seres humanos tendíamos a actuar sin razonar y no pensar en las consecuencias que le seguían a nuestros actos? Siempre nos dábamos cuenta cuando ya no había marcha atrás. Lo único que hacía era preguntarme qué habría pasado si no hubiese aceptado aquel trago, si hubiese hablado con Bella en vez de seguir frecuentando el jodido pub. La respuesta era simple. Estaríamos juntos, felices y tal vez con un nuevo miembro en nuestra familia.
—Explícate —exigió.
—Alice… —Esto no era algo que deseara compartir con mi hermana.
—Haz de cuenta que no soy tu hermana, que soy una vieja amiga… —respondió al interpretar lo que quería decir. Aún así dudaba querer decírselo—. Sabes que puedes confiar en mí. Para lo que sea, ni una palabra dicha aquí será repetida fuera. Lo prometo.
Tomé una respiración profunda y comencé.
—La conocí el día en que Aro me informó de mi ascenso. Ella coqueteó conmigo, intenté ignorarla, pero entonces, antes de irse me dedicó una sonrisa seductora a la cual inconscientemente correspondí. No entiendo qué demonios me sucedió. Venía pasando unas semanas difíciles. Bella estaba distante y constantemente de mal humor, no hablaba conmigo y peleábamos mucho. Ese día estaba tan feliz por mi logro que me dispuse intentar arreglar las cosas con ella. La llamé y por supuesto no me contestó.
—Los problemas en la empresa… —murmuró más para sí misma.
—Sí, en ese momento no lo sabía… Supuse que estaría ocupada y decidí que hablaríamos cuando llegara a casa. Ella volvió tarde y no pudimos hacerlo hasta la mañana siguiente, donde todo parecía querer volver a la normalidad… El día en que mi ascenso fue anunciado oficialmente tenía planeado una sorpresa para ella…
—Sí, lo sé, algo me había comentado mamá.
—Nunca se llevó a cabo. Eleazar insistió en que fuésemos a celebrarlo con unos tragos, suena idiota, pero no pude negarme. Me excedí bastante pero aún conservaba mis sentidos cuando su teléfono sonó y se fue. Iba a irme cuando Tanya se acercó…
—¿Tanya? Oh, ya entiendo… —Asentí y continué.
—Luego los recuerdos son borrosos… voy a ahorrarme lo demás. La culpa me consumió, estaba tan enfurecido conmigo mismo que permanentemente estaba de mal humor. Las peleas volvieron, me escapaba de casa los fines de semana y volvía al pub. No me malinterpretes, no iba a buscarla. Solo quería despejarme, pero siempre me la cruzaba y todo se repetía. Hasta que dije BASTA…
—Está bien, no creo que quiera escuchar nada más. No sé qué decir… tú no eres de esa clase de persona, Edward. Presiento que hay algo raro. No me cierra.
—Lo sé. Es lo que yo intento recordar… Soy una mierda, Alice. Lastimé a Bella, lo arruiné todo por una estupidez. Perdí a lo que más amaba… ¿Cómo no me detuve a pensar en lo que hacía?
—Ed, nadie lo hace. Todos cometemos errores, estás arrepentido, lo noto y es lo que vale.
—Nunca fue porque dejé de amarla. Jamás me imaginé haciendo una cosa así. La extraño cada segundo. Y Nessie… ¿sabes lo difícil que es llegar a una casa vacía que hasta hace unos pocos días estaba llena de felicidad? No ver sus cosas fue un golpe que no esperaba.
—Vas a luchar por ella… —No fue una pregunta.
—Con mi vida. Si tengo que arrastrarme de rodillas lo haría complacido. Créeme.
—Lo supuse… no te va a ser fácil, ¿sabes? Ambos conocemos el carácter de Bella.
—Sí, lo sé. No importa cuál sea el precio. Lo pagaría feliz.
—Okey, debo irme. De nuevo, lamento haberme comportado así. Y si realmente esta vez vas a hacer las cosas bien, debes saber que tienes mi apoyo. Pero si la vuelves a lastimar, vas a conocer mi furia realmente.
—Oye, ¿crees que podrías hablar con Bella y preguntarle si podría ver a mi hija?
—Llámala tú.
—No va a responder…
—Nunca lo sabrás si no lo intentas.
Y con eso se fue.
Como era de esperarse ella no quiso responder mis llamados. Continué haciendo mi trabajo. Cuando terminara mi turno iría a la casa de Charlie -con el riesgo de ganarme otro golpe-, solo para ver a mi hija. Extrañaba oír sus risas, sus dibujos -que eran el regalo más preciado-, los extraños juegos que inventaba y que yo accedía a jugar con gusto…
Por segunda vez en el día alguien decidió irrumpir en mi "tranquilidad", si pudiera decirse así.
—Adelante. —Casi gruñí.
—¡Buenos días, Eddie! —Genial. No estaba de ánimos para recibir a nadie, mucho menos a ella. Entró en mi oficina. No quería verla.
—¿Qué haces aquí? Creí que Heidi había regresado.
—Oh, la llamé y le dije que se podría tomar unos días más que no sería un problema cubrirla.
—Pensé que las cosas habían quedado claras entre nosotros. Así que, te invito a retirarte por las buenas.
—No. Nada se ha aclarado todavía. —Se sentó frente a mí—. Vas a escuchar con atención todo lo que tengo para decirte. Si queremos que nuestra relación funcione voy a decirte toda la verdad. Ponte cómodo, esto va a llevar tiempo…
No tenía idea de que hablaba. Si de algo estaba seguro, era que esta mujer tenía un desorden mental. Pero aún así, dejé que continuara...
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Returning to Trust - Outtake 1

Outtake
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Universidad de Seattle, Año 2004.
—¡Por favor, Mike! Será solo un momento, tengo que dejar este libro y ya. —Maldito bastardo, si no lo amara como lo hacía lo hubiese mandado a volar hace tiempo. Nos conocimos en el instituto en nuestra ciudad natal de Port Angeles y ya llevábamos juntos tres años. Él era el hombre perfecto y no me imaginaba al lado de nadie más, quería pasar el resto de mi vida a su lado.
—Okey, bebé. Que sea rápido. —Besé tiernamente su mejilla y me encaminé a las escaleras de la biblioteca. Sentí su azul mirada sobre mí mientras me alejaba.
Rápidamente, me dirigí al escritorio de la señora Peterson, una mujer de unos cincuenta años, regordeta con ojos color miel que destellaban amabilidad.
—Buenos días, Sra. Peterson.
—Buenos días, querida. ¿Puedo ayudarte en algo?
—Solo vengo a devolver este libro. —Lo dejé sobre el escritorio, ella asintió y luego de dedicarle una sonrisa me marché.
Bajé a toda prisa la escalera, suena idiota pero ya lo extrañaba. Lo busqué con la vista en el lugar que lo había dejado y nada. ¿Se habrá ido? La sonrisa en mi rostro se convirtió en una mueca. Si así había sido, tendría que caminar hasta nuestro departamento. Emprendí mi camino resignada cuando lo vi. Iba caminando al lado de ella, una de las nuevas estudiantes que este año ingresaba. No podía verle el rostro a la chica, solo sus ondulados cabellos color chocolate y su forma de vestir para nada femenina, esos jeans aparentemente desgastados no le favorecían en nada, junto con un buzo de la universidad excesivamente grande y sus asquerosas zapatillas deportivas. ¿Nadie le había enseñado a vestirse como una dama? Apostaría lo que fuera a que ni siquiera llevaba maquillaje.
Mike la miraba intensamente, como nunca me miró, mientras hablaba gesticulando exageradamente con las manos y una estúpida sonrisa en su rostro. ¿Qué le pasaba? Jamás se había fijado en otras… O tal vez nunca te percataste, me susurró mi subconsciente.
En la vida había sentido celos de aquellas que se acercaban a él con la intención de meterse en su cama. Confiaba en Mike y era una persona totalmente segura de mí misma, tenía a cuanto hombre quisiera a mis pies. Pero solo amaba a uno.
No las culpaba por desearlo, era hermoso y rico… Era el típico capitán del equipo de fútbol, rubio, ojos azules, un cuerpo bien formado y algo que no se veía mucho, era caballeroso y bien educado.
Él no les devolvía nunca esas miradas cargadas de lujuria, solo existía yo ante sus ojos. Hasta ahora, por lo que parecía. ¿Será que la conocía de antes? Lo dudaba, no la había visto en mi vida. Pero la forma en que sus ojos se posaban en la desconocida, como demostrando admiración, daba la sensación de que así era. La observaba como si mirara por primera vez la luz del sol. Y si mi imaginación no me engañaba, por sus gestos podría afirmar que coqueteaba con ella. ¿Por qué lo hacía si estaba conmigo y con alguien que acababa de conocer? Quería ir hasta ellos y demostrarle a ella a quién le pertenecía Mike, pero me contuve. ¿Y si estaba malinterpretando todo? No iba a arriesgarme a joder mi relación con el hombre de mi vida por un ataque irracional de celos. No, no lo haría.
Estaba confundida por la situación y enojada con aquella morena desconocida por hacer que el muy imbécil se olvidara de que dependía de él para no tener que caminar más de quince cuadras para llegar a nuestro hogar. No es que no lo haya hecho antes, dejándome esperando en algún que otro restaurante, cine o café porque "se olvidaba" y se iba con sus amigos. Nunca con una mujer… o eso creía…
¡Basta! Me regañé a mí misma, estaba haciendo un mar de un charco insignificante de agua. Tal vez solo estaba siendo amable con la chiquilla nueva, quizás se encontraba perdida en el enorme campus y él, como el caballero que era, le ofreció su ayuda. Se tomó bastante en serio lo de ser amable. Maldito subconsciente. No quería darle más vueltas al asunto… Aunque él podría haberme avisado, o esperado que saliera. No hubiese tenido problema en acompañarlo.
Había empezado a oscurecer cuando por fin llegué al departamento. Él llegó detrás de mí en el auto, antes de que terminara de darle la última vuelta a la llave en la cerradura.
—¿Dónde demonios te has metido? —gritó aún en el vehículo haciendo que unas cuantas personas que pasaban por el lugar se voltearan a mirar la escena. Apagó el motor y salió furiosamente, cerrando fuertemente la puerta. Me tomó del brazo y terminó de abrir haciéndome caminar hacia el ascensor tambaleándome por no poder seguirle bien el paso con los tacones y su presión en mi extremidad.
—¿Te puedes calmar, qué demonios te pasa? —inquirí furiosa mientras me zafaba de su agarre, estaba lastimándome. Jamás lo había visto así, nunca me había tratado de esa forma.
—Cierra tu maldita boca, Tanya. —Subimos hasta el piso siete en completo silencio y así siguió una vez que ingresamos al departamento. Me dirigía hacia el cuarto y nuevamente me agarró bruscamente del codo—. Te hice una pregunta anteriormente. No me hagas volver a repetirlo.
—¿Puedo saber yo dónde demonios estabas tú? Salí y no te encontré, no iba a quedar esperando todo el día.
—Podrías haberme avisado… —Bufé.
—¿Con señales de humo? Suéltame. —Lo hizo a regañadientes.
—Solo fui con los chicos por unos minutos. Teníamos que hablar de un proyecto grupal que tenemos que entregar la próxima semana.
—Con los chicos, claro…
—¿Qué significa eso? —preguntó actuando confundido.
—No lo sé. Dímelo tú.
Se dio la vuelta y se dirigió a la salida.
—Volveré cuando dejes de delirar.
—¿Delirar sobre qué? —grité. Nada tenía sentido.
—No lo sé, dímelo tú —imitó mi voz—. ¿Qué mierda se supone que significa eso? ¿Estás celosa de mis jodidos amigos?
—No me hables así.
—¡¿Y cómo quieres que te hable?! Eres una imbécil. Siempre reclamando.
¿Qué acababa de decirme? ¿A dónde estaba el Mike que conocía? En menos de diez horas había dejado de ser él. Culpé silenciosamente a la desconocida. Las lágrimas amenazaban con salir de mis ojos. No tenía sentido nada de lo que él decía.
—Nunca me prestas atención. Siempre son los chicos. Los chicos esto, los chicos lo otro. ¿Y yo? ¿Dónde demonios estoy yo?
—¿No te presto atención? ¿Acaso no te doy regalos, no te llevo a cenar a los mejores lugares? —Permanecí en silencio, él tenía razón. Pero no era solo lo material lo que yo quería. Podía ser algo vanidosa pero también como cualquier mujer quería ser amada.
—Quiero un poco de cariño, ¿es eso tan complicado de pedir?
—No pidas más de lo que puedo dar. Sabes que no soy bueno con las demostraciones.
—¿Hay alguien más? —Las palabras salieron de mi boca sin ser procesadas por mi cerebro.
—¿Qué? —Dos opciones, realmente estaba sorprendido y ofendido por mi pregunta o era muy buen actor. Estaba descubriendo otras facetas de su personalidad. Facetas que no me agradaban en absoluto.
—Lo que oíste. —Ya había tirado la bomba. No iba a echarme atrás, no era mi forma de actuar—. ¿Estás viendo a alguien más?
—No seas ridícula, por favor. —Su tono de voz había cambiado de furioso a amable, un tono para apaciguar el ambiente. Se acercó lentamente hacia mí, evaluando mi reacción. Instintivamente me alejé un paso, por más ridículo que sonara le temía. Estaba segura de que sus apretones anteriores iban a dejar marcado mi brazo. La violencia física había hecho acto de presencia nuevamente… un recuerdo que había tratado de suprimir volvió a aparecer en mi mente.
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#Flashback#
Era una tarde calurosa, la temperatura era bastante más alta a lo que estábamos acostumbrados. Hoy íbamos a ir al cine por la tarde y luego a cenar a "Corner Hause Restaurant". Era nuestro primer aniversario. Irradiaba felicidad. Decidí vestirme con uno de los vestidos que había comprado y jamás usado con zapatos a juego.
Se trataba de uno simple, era de color coral, ajustado hasta las rodillas y con una sola manga hasta el codo y una bella flor de un tono más oscuro sobre el hombro. Los zapatos consistían en unas altas sandalias color plateado que se ataban con finas tiras de satén del mismo color hasta un poco más arriba de los tobillos. En esta ocasión, preferí ser más natural y solo maquillarme con un poco de rubor y rímel. Até mi rubio cabello en una alta cola y formé bucles que caían al costado del hombro descubierto.
Los halagos por parte de mi madre no se hicieron esperar. Me hubiese gustado que mi padre me viese. Él se encontraba en Seattle, el hospital estaba pasando por problemas administrativos y requería de su presencia constante como director, así que se vio obligado a mudarse allí. Mi madre y yo iríamos luego de que terminara el instituto. Aunque no estaba segura de vivir con ellos, tenía esperanzas de que lo mío con Mike llegase más lejos de lo que alguna vez soñé con alcanzar y compartir un departamento…
Llevaba dos horas esperando sentada en la mesa que él había reservado para nosotros, la vela ubicada en medio estaba casi totalmente derretida. Las personas de alrededor de vez en cuando me dirigían miradas de todo tipo, algunos indecentes que se encontraban con sus respectivas citas, con lujuria. Otras de pena y compasión; y algunas de las que las pesqué observándome me dirigían sonrisas reconfortantes.
Cuando la espera se hizo insoportable, tomé mi bolso de mano y me fui. No me preocupe en buscar un taxi. Comencé a caminar sin rumbo fijo, tampoco quería regresar a casa tan temprano, mi madre haría preguntas que no quería responder por miedo a llorar. Veía con envidia parejas pasar a mi lado, tomados de la mano, compartiendo caricias, besos, abrazos mientras reían. ¡Cuánto deseaba aquello! ¡Cuánto anhelaba ser amada de esa forma! Mike nunca actuaba así cuando estábamos en público, lo máximo era tomarnos de la mano. Un suspiro involuntario se escapó de mis labios.
Retomé mi camino a casa bastante tarde. Las calles por las que caminaba se encontraban prácticamente desiertas, alguna que otra lágrima se escapaba de vez en cuando de mis ojos. Cuando estaba a pocas cuadras un auto se detuvo, lo reconocí al instante. El conductor abrió la puerta de copiloto y se inclinó sobre ella.
Lo siento. Soy un imbécil. Perdóname, por favor… —Vacilé. ¿Qué debería hacer? Mordí mi labio mientras tenía una lucha interna—. Vamos, sube… —Me miró con esos penetrantes ojos azules y no tuve más opción. Entré al interior del lujoso coche, pero no lo miré. Aún seguida enojada.
Tanya, bebé… Lo siento, no fue mi intención… fue un problema con mis padres. —Intentó acariciar mi rostro pero aparté su mano.
Estuve dos malditas horas sentada sola esperándote.
Lo sé, bombón, pero no había forma de sacármelos de encima.
No me había dado cuenta de que el automóvil estaba en marcha, hacia una dirección totalmente diferente a la de mi hogar. Creí que daríamos unas vueltas hasta que las aguas se calmasen un poco y pudiéramos hablar bien, mantuve mi vista por la ventana sin procesar las imágenes que pasaban frente a mí. Solo miraba a la nada, intentando pensar en qué debía hacer. El auto se detuvo frente a su gran residencia.
Han salido… solo tenemos la casa para nosotros.
Creí que me llevarías a mi casa.
Creí que esta era nuestra noche… Por eso discutí con mis padres, se negaban a dejarme la casa, pero los convencí. —Esbozó una sonrisa, no lo suficiente buena como para que mi enfado pasara a segundo plano y se la devolviese—. ¿Qué dices? Te debo una cena y una charla…
Acepté, por supuesto, lo amaba demasiado como para estar peleada con él. Pero me arrepentí de haber tomado esa decisión. Cenamos pizza en absoluto silencio debido a que ninguno se animaba a abrir la boca.
¿Te quedarás a pasar la noche conmigo?
No creo que eso sea lo mejor…quiero irme a casa.
Vamos, Tanya… —Se paró y rodeó la mesa redonda hasta posarse frente a mí. Acarició con delicadeza mi mejilla. Esta vez no me aparté—. ¿Qué dices? —inquirió con una suave voz.
Que quiero irme a casa. —Me paré decididamente de mi asiento.
¿Es broma? —Su gesto amable desapareció.
Estoy totalmente enfadada contigo. Has arruinado una noche que debería haber sido perfecta… —Él permaneció en silencio con el ceño fruncido. Mi voz se oía débil—. ¿Puedo hacerte una pregunta? —asintió— ¿Por qué no somos como las demás parejas? ¿Por qué no caminamos abrazados o de la mano como los demás?
No sé a qué te refieres. Sí caminamos de la mano… ¿acaso dudas de mis sentimientos hacia ti? —¿Se estaba enfadando o era impresión mía?
En momentos sí. —Fue un murmullo apenas audible. Él permaneció en silencio, sus cejas casi se tocaban debido a su ceño fruncido.
¡No puedo creerlo! —gritó de la nada y pegué un salto hacia atrás por el susto. Continuó, aún elevando más la voz—. ¡¿Acaso nunca te doy todo lo que quieres, no te compro las mejores cosas ni te llevo a los mejores lugares?!
Nunca lo había visto así de enfadado. Tuve miedo. Lo único que quería era huir de allí. No encontraba mi voz para decir algo.
¡Contesta maldita sea!
Sí, sí lo haces. Pero... —Fue demasiado rápido. No lo vi. No vi su mano venir de la nada y estrellarse contra mi mejilla.
¡Eres una jodida desagradecida!
Mi cuerpo se heló completamente. Ni siquiera lloré. Estaba shockeada, mis piernas no respondieron por un largo rato en el que ambos nos fulminábamos con la mirada. Azul contra dorado. Cuando mis neuronas se reconectaron caminé a la salida apresuradamente hablando rápidamente.
¿Qué has hecho? No estoy contigo por lo que me das. ¡Te amo, idiota! Solo quiero que tú me demuestres que sientes lo mismo. No con regalos, no con salidas, no cumpliendo mis jodidos caprichos.
¡Tanya! Lo siento, por favor. Créeme. No tengo idea de qué me paso. Prometo que no volverá a pasar. Voy a cambiar. ¡Te daré lo que quieras! Perdóname…
¿Qué hacer cuando me miraba con aquellos hermosos ojos llenos de arrepentimiento?
#Fin del Flashback#
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Por supuesto que aquella vez le había creído. Él había cambiado, nunca volvió a tratarme de tal manera, hasta el día de hoy. No creía que fuera capaz de levantarme nuevamente la mano, pero no iba a arriesgarme.
—¿Tanya?
—No me hagas daño, por favor… —murmuré.
—No, no. Lamento darte esa impresión… Solo… —Sacudió la cabeza como tratando de aclararse las ideas—. No lo sé. Me desesperé al no verte ahí. No sabía dónde estabas, si estabas bien…
—Te hubieses quedado conmigo y no me hubiese visto obligada a caminar sola.
—No vuelvas nuevamente a lo mismo.
—Necesito más atención de tu parte, Mike. Te lo pedí hace unos años, te lo vuelvo a decir ahora.
—Hago lo que puedo… no soy una persona muy demostrativa. Me cuesta hacerlo y más aún en público.
—¿Ah sí? —Eso de pensar en voz alta se estaba haciendo costumbre.
—¿Podrías ir al grano de una vez?
—Está bien. Si así lo quieres… ¿Quién es ella? —La sorpresa pintó su rostro.
—¿Ella?
—La morena que caminaba a tu lado. Mientras tú coqueteabas con ella. —Abrió su boca, probablemente para soltar alguna mentira… no lo dejé continuar—. Te vi, Newton. No soy estúpida.
—¿Coqueteando? Si a coquetear te refieres a ser amable con una recién llegada totalmente perdida y ayudarla a llegar al edificio de literatura, entonces sí, estaba coqueteando con ella… —Claro, mintámosle a la rubia tarada que se cree todo. ¡No era tan estúpida para no saber la diferencia!
—¿Por qué me habías dicho otra cosa?
—¡Porque sabía que ibas a ponerte así!
—¿A dónde demonios vas, Newton?
—¿Ahora soy Newton? Okey, volveré cuando te calmes.
Sin más, tomó las llaves de su automóvil y salió por la puerta. Otra vez, Tanya era la culpable de todo.
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Mi sexto sentido estaba totalmente alerta. Presentía que esta morena me traería problemas. Sabía que había llegado a complicarme la vida. ¿Y qué podía hacer yo? Nada, exactamente eso. A la primera idiotez de mi parte perdería a Mike, me negaba a abandonarlo. Nadie iba a quitármelo…
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Mi sexto sentido falló, así como yo en mi tarea de proteger lo mío. Ella pagaría, y haría todo lo posible para no volver a fallar…