domingo, 8 de diciembre de 2013

Capítulo 6: "No todo es lo que parece. - Returning to Trustr

Tengo la esperanza que el dolor
cambie y se transforme en tu perdón.
Navegar en un mar sin fantasmas y la luz de tu amor sea mi mapa.
(...)
Y llorar, y llorar,
no sirve de nada ahora que te perdí.
Te quiero recuperar.
Ven sálvame, despiérteme, rescátame, del sufrimiento.
Jesse y Joy - "Llorar."

Capítulo 6: "No todo es lo que parece."
Bella POV.
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Aún eufórica por mi valiente comentario y cambio de actitud, regresé a casa a esperar a Alice. Charlie que iba a tomarse su día libre para cuidar a su nieta, al parecer había aprovechado que Esme se la llevó para, seguramente, ir a pescar. Todo se encontraba en silencio. Pensaba acostarme en el sofá por unos minutos, pero cuando iba a hacerlo escuché la bocina del Porsche, solté un bufido y salí hacia mi tortura.
—¡Hey All! —La saludé cuando ingresé al elegante auto amarillo.
—Isabella… —Se dedicó a decir con semblante serio. ¿Qué le pasaba?
—¡Qué bueno verte a ti también! —le dije sarcásticamente.
—Estoy algo enfadada contigo, Bella. ¿Por qué no hablaste conmigo? —Esa era mi amiga, siempre iba directo al grano.
—No quería involucrarte Allie, es tu hermano… —Bufó, encendió el motor y comenzó nuestro camino en silencio.
—Y tú eres mi mejor amiga. Creía que nos contábamos todo. Hasta mi madre sabía… —habló por fin con tono triste. Agaché mi cabeza avergonzada.
—Lo siento, en verdad. No sabía qué hacer y acudí a ella. Desde lo de Renée… Esme tomó su lugar y fui a ella como si fuera mi madre... —Me miró comprensivamente. Alice (además de Edward), era la única que sabía lo ocurrido años atrás y el cierto rencor que guardaba a mi progenitora por su actitud—. Cuando todo comenzó, estabas en tu mejor momento con Jasper, acababan de volver de su luna de miel, no quería amargarte con lo que en su tiempo fueron simples problemas de comunicación… o eso creí. Nunca imaginé que estaba viendo a otra mujer… —Mi voz se volvió un murmullo apenas audible.
—No logro entender el porqué de su forma de actuar. Él no es así, lo detesto en este momento. Pero si hay algo que puedo asegurarte es que está más que arrepentido por lo que hizo, hablé con él esta mañana, pasé por su trabajo… confieso que me sentí algo mal por mi comportamiento, a causa de mi enojo me equivoqué, él aún no había hablado con papá, fui yo quién le dijo todo a los gritos. Así que, le debía una disculpa. Está algo ido, me atrevo a decir que peor que el otro día… y el no ver tus cosas en la casa; más el golpe que le ha propinado Charlie creo que hizo que se diera cuenta que en realidad te perdió…
—Lo sé, acabo de verlo… Un momento, ¿qué golpe? ¿De qué estás hablando?
—Umm sí, creí que lo sabías. Se presentó la otra noche en su puerta y sin decir nada, atinó un puño a su cara.
—¿Cómo? —No podía creerlo. No lograba imaginarme a Charlie -un hombre realmente tranquilo y que repelía la violencia-, golpeando a alguien. Mucho menos a Edward.
¿Está mal que me sienta un poco feliz por eso? Bueno, no creo si el motivo de esa felicidad es que tomé eso como una forma de demostrar el afecto de mi padre por mí… no estaba del todo de acuerdo con el golpe porque a pesar de todo amaba a Edward.
El amor no desaparece como si nada.
—Sí, lo que oyes. Tampoco pude creerlo cuando me lo dijo. ¡Quién iba a decir que el amoroso Charlie era capaz de tanto! —Soltó unas risitas—. ¡Es un padre estupendo!
No pude evitar esbozar una pequeña sonrisa. No iba a rebatir eso. Era el mejor.
Aparcó el ostentoso coche frente a nuestro café preferido: "Colors and Promises".
Ese era siempre nuestro lugar de encuentro para las "conversaciones profundas". Un pequeño jardín con florecillas de todos los colores formaban parte del frente con algunas mesas de color rojo y sillas a juego. Contaba con una terraza y era realmente agradable sentarse allí durante la primavera y el verano mientras disfrutabas de un exquisito café.
—Tendré que tener una charla con mi papá por eso, le dije que no se molestara en hacer nada. ¿Qué le habrá dicho? —Ella se encogió de hombros. Buscando a alguien en cuanto ingresamos al local.
—Edward le restó importancia cuando se lo pregunté…
—¿Allie, buscas a alguien?
—Sí, a Rose. Nos debes MUCHAS explicaciones. Parece que no ha llegado aún... Bien, eso nos deja algunos minutos para que me cuentes todo… especialmente qué hacías en el hospital.
Elegimos una mesa que estaba bastante apartada del resto y decidimos esperar a Rose para comprar algo. Tomé asiento frente a la entrada, junto a la ventana. El interior era también bellísimo, las paredes estaban revestidas en distintos colores pasteles por zonas y las mesas combinaban con éstas y tenían mini jarrones repletos de flores silvestres como centro, el aroma que desprendían era maravilloso. Cerré los ojos inspirando profundamente.
—Estoy esperando tus respuestas… —Al parecer no planeaba dejar pasar nada por alto.
—Tenía que ir… control de rutina, ya sabes. —Le resté importancia—. Obviamente me lo crucé. Hablamos civilizadamente por varios minutos y sorprendentemente no voló ningún objeto por el aire…
En sus ojos noté que se había dado cuenta de que le estaba omitiendo información, pero decidió no presionarme.
—¿Qué hablaron?
—Quería aclararle algunos temas respecto al divorcio. Intentó convencerme de que no lo hiciese…
Me vi obligada a relatarle nuestra conversación, suprimiendo la noticia de mi embarazo y el "encuentro" con la zorra. Se sorprendió por mi despedida hacia él.
—Wow, ¿quién eres tú y qué has hecho con mi amiga? —Eso me preguntaba yo.
—Cierra la boca. Soy yo, solo que estoy aprendiendo a no ser idiota, a luchar. Estoy harta de ser la pobre e indefensa Isabella.
—¡Bien! Me agrada la nueva Bella. No lo vayas a perdonar con facilidad…
—¿Quién habló de perdonar?
—Tú misma, le has dicho "buena suerte con eso", si se lo dijiste fue porque quieres que luche por ti. Tu subconsciente te traicionó. —No había pensado en eso—. Conoces a Edward, sabes que ama los desafíos y le acabas de imponer uno. Aunque no estaría bien que se lo tomara como un juego.
—Lo dije sin pensar. No vamos a volver a estar juntos. Perdonar y volver a confiar son dos cosas totalmente distintas. Ponte en mi lugar… Si Jazz te hubiese algo así, ¿podrías hacer borrón y cuenta nueva como si nada hubiese pasado? ¿Podrías dormir tranquila si saliera a trabajar por las noches, pensando si en verdad lo está haciendo?
—Entiendo tu punto… ¿Sabes qué?, presiento que hay algo raro en todo esto. No lo sé, es mi hermano, lo conozco, sé qué clase de educación ha recibido y…
—Lo crees incapaz de algo así, ¿verdad? —Terminé su oración y ella asintió—. Yo creía lo mismo, hasta que vi la foto.
No siempre todo es lo que parece… —Iba a replicar cuando vi a Rose ingresar. Levanté mi mano para que nos ubicara y me dedicó una sonrisa de compasión.
—¿Ella lo sabe? —inquirí en voz baja a Alice y asintió—. ¿Quién se lo dijo?
—No me quedó otra que contárselo yo misma…
—¿Cómo se lo tomó?
—Como todos —murmuró con una mueca.
—¡Hey Bells! —Rose me abrazó efusivamente, luego besó ambas mejillas de Alice antes de sentarse—. Supongo que preguntar cómo te encuentras, está de más…
—Estoy perfectamente —respondí con una sonrisa.
No estaba mintiendo, al menos no del todo. Pero mis amigas no tenían porqué saber que parte de mí, una muy grande, se había sumido en una silenciosa depresión. Esa parte que se despertaba por las noches haciendo que lágrimas rodaran por mis mejillas y me preguntara porqué había pasado aquello. Porqué él me había traicionado destruyendo nuestra familia en el proceso. Era todo demasiado reciente, no habían pasado más que unos pocos días, obviamente dolía e iba a hacerlo por un largo tiempo.
—¿Qué tal Emmett? —Mientras más retrasara el momento de ser el centro de atención, mejor. Adivinando mis motivos, ambas enarcaron una ceja.
—Está perfectamente. Furioso, por supuesto. Pero… estamos aquí para que nos expliques qué demonios fue exactamente lo que pasó y hagas catarsis para poder seguir con tu vida y eso… —expresó Rose, gesticulando con las manos, restándole importancia.
—Okey, para ahí… solo pasaron unos días. Estamos aquí para escuchar si ella quiere hablar —Intervinó Alice—. Claro que, si largas algunas explicaciones no nos vamos a enojar…
—¿Es esto realmente necesario? No creo estar lista…no aún —Mi ánimo decayó.
La tarde transcurrió fugazmente entre alguna que otra risa y demás. Necesitaba esto. Olvidarme de todo por unas horas. No pensar en él ni en lo que sucedió. Alice me miró interrogante cuando decliné el café y pedí un té a cambio. Iba a preguntarme al respecto, pero la mirada suplicante que le lancé hizo que permaneciera en silencio. Podía asegurar que no iba a tardar mucho en atar cabos. Me atreví a relatar solo un poco de la historia, hasta antes de descubrir las fotos. Eso sí que no pensaba contarlo aún. Sentía que primero tenía que hablarlo como se debía con él, aclarar los tantos de forma correcta.
Nos despedimos de Rose y nos dirigimos nuevamente al Porsche. En completo silencio arrancó hacia la casa de mi padre, pero no duró mucho. Si lo preguntaba directamente no iba a mentirle, demasiado le había ocultado ya. Cierta parte de mí se alegraba de que no lo hiciera frente a Rose, no porque no confiara en ella, sino porque conociéndola sabía que detrás de esa calma y la "buena forma" en tomar la actitud que tuvo Edward, se escondía su desaprobación y enojo. Y, si no había hecho nada al respecto -o eso creía-, era por respeto a mi decisión de que él no lo valía, pero no sabía cuál sería su reacción al enterarse. Quería castrarlo, de eso no me cabían dudas. Además estaba el tema de que el embarazo era un tema delicado para ella…
Años atrás antes de conocer a Emmett, había estado comprometida con otro tipo: Royce King -el hijo de un senador de su ciudad natal, Texas-, un hijo de perra con todas las letras. Llevaban juntos desde hacía ya tres años, hasta que se enteró que ella esperaba un hijo. Así como había llegado, se marchó; obviamente ella quería seguir con el embarazo, pero tanto los padres de él como de ella se negaron a ayudarla, todos le dieron la espalda. Menos su mellizo, Jasper, que siempre estuvo allí para ella. Hicieron un fondo en común -con el que podrían asegurarse un hogar y pagar al menos el primer semestre-, y ambos dejaron la ciudad para mudarse aquí, tenían un lugar asegurado en la universidad, pero el único que asistió los primeros tres años fue Jazz. Pocas semanas después de su mudanza un ebrio Royce se presentó en su departamento entrada la noche. Rose se encontraba sola ya que Jasper había tomado un trabajo como mesero en un bar. Abrió la puerta confiadamente creyendo que era su hermano -nadie más sabía su dirección y no se había relacionado con ninguna persona desde su llegada-, en ese momento, Royce se abalanzó hacia ella tirándola al suelo… Cuando su hermano llegó ya era tarde, él se había marchado dejando a una Rosalie horriblemente golpeada y rodeada de sangre. La ambulancia llegó justo a tiempo para salvarla, pero nada pudieron hacer con el bebé. La depresión en la que se sumió le fue muy difícil de superar. Jazz había comenzado a salir con Allie y nos pidió que nos presentáramos y tratáramos de ayudarla a salir adelante. Logramos que avanzara un poco, pero no lo suficiente. Hasta que apareció Emmett. Él llegó a iluminar sus oscuros días, le devolvió la alegría que le había sido arrebatada. Nunca se separaron desde el día en que se conocieron. Él estuvo ahí para ella cuando se enteraron que las posibilidades de que pudiera tener un hijo eran muy bajas…
—¿Bella? ¿Estás bien? —La voz preocupada de Alice me sacó de mis recuerdos. Aquel día en que Rose nos contó todo, las tres éramos un mar de lágrimas.
—Sí, solo pensaba.
—¿Se puede saber en qué? Okey, no importa. —Agregó al ver que no planeaba responder—. ¿Estás embarazada verdad?
¡¿QUÉ?! ¿De dónde demonios sacó eso? Es decir, era verdad, pero… ¡Mierda! En estos momentos era cuando más creía que la enana era psíquica.
—¿De…de dónde has sacado eso?
—Yo lo sé todo. No lo olvides… tu visita al hospital cuando detestas el lugar… además, el rubor en tus mejillas y la forma en que acabas de responder confirma todo… —Enarqué una ceja en su dirección no creyendo del todo su respuesta.
—Alice…
—Está bien. Escuché a papá hablando con mamá sobre tu desmayo en casa de Charlie y le dijo que era muy probable que lo estuvieras… así que…
—Así que… ¿qué?
—¿Lo estás o no? —¿Qué sentido tenía ocultárselo?
—Sí. —Apenas murmuré.
Una sonrisa enorme se extendió en su cara y no pude evitar no imitarla. Recordarlo alejaba todo el dolor, me hacía sentir inmensamente feliz. Tener hijos no era algo que había deseado con demasiado entusiasmo, pero cuando me enteré de mi embarazo de Vanessa todo cambió. Lo único que quería era vivir por ella. No existía nada más importante para mí que protegerla. Ahora una nueva persona dependería de mí. Y me encantaba la idea.
—¡Oh, estoy tan feliz! Veo que tú también. Te debo un asfixiante abrazo.
—Por supuesto. ¿Cómo no estarlo? Una razón más para ser fuerte y luchar.
—Una razón más para intentar volver a comenzar…
—No confundas las cosas Allie. —Creo que alguien había logrado pasarla al lado oscuro—. ¿Qué te dijo él? Querías matarlo y de repente pareces empecinada en que arreglemos lo irreparable…
—Pregúntaselo a él. Y nunca digas nunca, Bells… —Rodé los ojos—. Se lo has dicho hoy, ¿verdad? —Asentí.
—¡Oh, Isabella! No me hagas tener que rogarte para que largues una respuesta que no sea muda o monosílaba.
—Sí, se lo dije. Se lo tomó muy bien, por supuesto. Pero, como tú, malinterpretó las cosas. Creyó que iba a hacer borrón y cuenta nueva. Le expliqué que no iba a ser así, pero que lo necesitaba, que lo quería conmigo en cada momento. Sé que no voy a poder sola y es su derecho participar en esto, pero nuestra relación terminó el día en que decidió traicionarme de la peor manera.
—No vas a dar el brazo a torcer fácilmente.
—No voy a dar el brazo a torcer. —Corregí—. Mucho menos con ella en medio. —Agregué sin pensar.
—¿A qué te refieres? —¡Mierda! Tendría que contárselo.
—Cuando fui a buscarlo, o debería decir, cuando tomé el valor suficiente para decírselo y me dirigí a su oficina, ella salía de allí…
—Jodida zorra. ¿Qué hacía ahí?
—No lo sé y realmente no quiero pensar en eso. Él intentó explicarme pero no lo dejé. —Me gané una mirada reprobatoria de su parte. —También quiso que aclarásemos todo, pero no estoy lista…
—Es mejor así… tienen que dejar que las cosas se enfríen un poco…
En ese momento, aparcó el coche en la acera de casa de Charlie. La patrulla que se encontraba en su habitual lugar me indicaba que mi padre había vuelto. Al lado, se encontraba otro auto que desconocía totalmente. Me despedí de la enana con la promesa de "una noche de catarsis" llena de helado de chocolate para cuando estuviese lista y unas cuantas "salidas de chicas" al estilo Alice Cullen.
Ingresé, preguntándome quién estaría de visita. Escuché risas provenientes de la sala y me dirigí allí. No sabía el motivo, pero me encontraba nerviosa…
Cuando la sala entró en mi campo de visión, sentí mi mandíbula chocar contra el piso de la sorpresa al ver a nuestra visitante.
—Hola, Bella. ¡Tanto tiempo sin vernos!
¿Qué quería ella aquí? ¿Qué hacía con mi padre?
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Edward POV.
Dolor, dolor y más dolor.
Era lo único que parecía sentir estos últimos días.
Una opresión en el pecho que ni siquiera se iba cuando dormía. Mis sueños desde que la conocí eran protagonizados por ella, siempre sonriendo junto a mí, ya no. Solo veía su mirada triste, sus ojos chocolates apagados, alejándose de mí y no podía hacer nada para recuperarla. Apenas comía, el nudo en mi garganta me lo impedía. Tres días sin ver a Bella, sin estar con mi hija. Las extrañaba. Llegar a casa el lunes y ver algunas cajas apiladas y el lugar vacío de algunos objetos, me hizo caer en la cuenta de que realmente había perdido lo más importante y valioso que alguna vez tuve. Dormía abrazado a su almohada impregnada con olor a fresas, olía a ella. En el trabajo estaba evitando cruzarme con cualquier colega, en especial a Eleazar… ¿Qué explicación iba a darle? Ni hablar de ella. Sabía que era inevitable. Heidi no había vuelto aún, rogaba porque lo hiciera pronto.
Aquí estaba, una vez más en mi oficina horas antes de que mi turno empezase. ¿Qué irónico, verdad? Antes, como idiota, huía de mi esposa y me refugiaba aquí… ahora lo hacía para eludir de los recuerdos de la casa, encontraba su aroma en todas partes, recuerdos felices y aquellas estúpidas discusiones que desencadenaron toda esta mierda. Maldito su orgullo, maldito yo por caer en la jodida tentación y en vez de arreglarlo todo, empeorarlo. Maldita sea Tanya por aparecer en mi vida.
Había fracasado como hijo, esposo, amigo, yerno y padre. Sí, porque si hubiese sido un buen padre lo hubiese pensado dos veces antes de actuar y en las consecuencias. Pero no lo hice. Eso me convertía en una mierda de persona.
Unos suaves golpes en la puerta me sacaron de mi momento de autodesprecio del día.
—¿Sí? —Una pequeña nariz se asomó.
—¡Hey idiota! ¿Puedo pasar?
—Claro, Alice.
—Wow, te ves mal. —Se sentó frente a mí. En su rostro vi la preocupación al ver, seguramente, la marca alrededor de mi ojo, cortesía de Charlie—. ¿Qué demonios…? ¿Quién…?
—Charlie. —Sus cejas se alzaron con sorpresa—. Eso no es nada comparado con el dolor en mi pecho… me lo merezco —murmuré.
—Nadie merece sufrir. Ni siquiera tú… aunque, bueno, ese golpe creo que sí te lo ganaste.
Intenté sonreír, pero solo una rara mueca se dibujó en mi rostro.
—Vine a pedirte disculpas por mi impulsivo comportamiento… —Cambió de tema.
—No tienes que disculparte… está bien.
—No, sí tengo que hacerlo. Debí haber dejado que hablaras con papá, pero estaba cegada por la furia. ¿Cómo pudiste, Edward? No lo comprendo, ni siquiera lo vi venir.
—No lo sé. Eso es lo peor. Me odio, ¿sabes? Lo he arruinado todo. Lo peor de la situación es que todo me es confuso.
—¿Te refieres a… lo que pasó con la otra? —Asentí avergonzado por la situación.
¿Por qué los seres humanos tendíamos a actuar sin razonar y no pensar en las consecuencias que le seguían a nuestros actos? Siempre nos dábamos cuenta cuando ya no había marcha atrás. Lo único que hacía era preguntarme qué habría pasado si no hubiese aceptado aquel trago, si hubiese hablado con Bella en vez de seguir frecuentando el jodido pub. La respuesta era simple. Estaríamos juntos, felices y tal vez con un nuevo miembro en nuestra familia.
—Explícate —exigió.
—Alice… —Esto no era algo que deseara compartir con mi hermana.
—Haz de cuenta que no soy tu hermana, que soy una vieja amiga… —respondió al interpretar lo que quería decir. Aún así dudaba querer decírselo—. Sabes que puedes confiar en mí. Para lo que sea, ni una palabra dicha aquí será repetida fuera. Lo prometo.
Tomé una respiración profunda y comencé.
—La conocí el día en que Aro me informó de mi ascenso. Ella coqueteó conmigo, intenté ignorarla, pero entonces, antes de irse me dedicó una sonrisa seductora a la cual inconscientemente correspondí. No entiendo qué demonios me sucedió. Venía pasando unas semanas difíciles. Bella estaba distante y constantemente de mal humor, no hablaba conmigo y peleábamos mucho. Ese día estaba tan feliz por mi logro que me dispuse intentar arreglar las cosas con ella. La llamé y por supuesto no me contestó.
—Los problemas en la empresa… —murmuró más para sí misma.
—Sí, en ese momento no lo sabía… Supuse que estaría ocupada y decidí que hablaríamos cuando llegara a casa. Ella volvió tarde y no pudimos hacerlo hasta la mañana siguiente, donde todo parecía querer volver a la normalidad… El día en que mi ascenso fue anunciado oficialmente tenía planeado una sorpresa para ella…
—Sí, lo sé, algo me había comentado mamá.
—Nunca se llevó a cabo. Eleazar insistió en que fuésemos a celebrarlo con unos tragos, suena idiota, pero no pude negarme. Me excedí bastante pero aún conservaba mis sentidos cuando su teléfono sonó y se fue. Iba a irme cuando Tanya se acercó…
—¿Tanya? Oh, ya entiendo… —Asentí y continué.
—Luego los recuerdos son borrosos… voy a ahorrarme lo demás. La culpa me consumió, estaba tan enfurecido conmigo mismo que permanentemente estaba de mal humor. Las peleas volvieron, me escapaba de casa los fines de semana y volvía al pub. No me malinterpretes, no iba a buscarla. Solo quería despejarme, pero siempre me la cruzaba y todo se repetía. Hasta que dije BASTA…
—Está bien, no creo que quiera escuchar nada más. No sé qué decir… tú no eres de esa clase de persona, Edward. Presiento que hay algo raro. No me cierra.
—Lo sé. Es lo que yo intento recordar… Soy una mierda, Alice. Lastimé a Bella, lo arruiné todo por una estupidez. Perdí a lo que más amaba… ¿Cómo no me detuve a pensar en lo que hacía?
—Ed, nadie lo hace. Todos cometemos errores, estás arrepentido, lo noto y es lo que vale.
—Nunca fue porque dejé de amarla. Jamás me imaginé haciendo una cosa así. La extraño cada segundo. Y Nessie… ¿sabes lo difícil que es llegar a una casa vacía que hasta hace unos pocos días estaba llena de felicidad? No ver sus cosas fue un golpe que no esperaba.
—Vas a luchar por ella… —No fue una pregunta.
—Con mi vida. Si tengo que arrastrarme de rodillas lo haría complacido. Créeme.
—Lo supuse… no te va a ser fácil, ¿sabes? Ambos conocemos el carácter de Bella.
—Sí, lo sé. No importa cuál sea el precio. Lo pagaría feliz.
—Okey, debo irme. De nuevo, lamento haberme comportado así. Y si realmente esta vez vas a hacer las cosas bien, debes saber que tienes mi apoyo. Pero si la vuelves a lastimar, vas a conocer mi furia realmente.
—Oye, ¿crees que podrías hablar con Bella y preguntarle si podría ver a mi hija?
—Llámala tú.
—No va a responder…
—Nunca lo sabrás si no lo intentas.
Y con eso se fue.
Como era de esperarse ella no quiso responder mis llamados. Continué haciendo mi trabajo. Cuando terminara mi turno iría a la casa de Charlie -con el riesgo de ganarme otro golpe-, solo para ver a mi hija. Extrañaba oír sus risas, sus dibujos -que eran el regalo más preciado-, los extraños juegos que inventaba y que yo accedía a jugar con gusto…
Por segunda vez en el día alguien decidió irrumpir en mi "tranquilidad", si pudiera decirse así.
—Adelante. —Casi gruñí.
—¡Buenos días, Eddie! —Genial. No estaba de ánimos para recibir a nadie, mucho menos a ella. Entró en mi oficina. No quería verla.
—¿Qué haces aquí? Creí que Heidi había regresado.
—Oh, la llamé y le dije que se podría tomar unos días más que no sería un problema cubrirla.
—Pensé que las cosas habían quedado claras entre nosotros. Así que, te invito a retirarte por las buenas.
—No. Nada se ha aclarado todavía. —Se sentó frente a mí—. Vas a escuchar con atención todo lo que tengo para decirte. Si queremos que nuestra relación funcione voy a decirte toda la verdad. Ponte cómodo, esto va a llevar tiempo…
No tenía idea de que hablaba. Si de algo estaba seguro, era que esta mujer tenía un desorden mental. Pero aún así, dejé que continuara...
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